Administración antipática
Son las nueve y media de la mañana del 24 de diciembre. Se ha formado una pequeña cola de 10 ó 12 personas ante la puerta del Instituto Nacional de la Seguridad Social (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales), calle Huéscar de Málaga. La puerta permanece cerrada. Al cabo de un rato un amable vecino informa a los trabajadores que esperan: "La oficina no abre ni el 24 ni el 31 de diciembre". La cola se disuelve poco a poco, la gente se acerca y lee y relee los carteles fijados a la entrada. Allí sólo se dice que del 22 de diciembre al 9 de enero la oficina abrirá de 9.00 a 14.00 horas. Ponen cara de hastío, comentan el suceso con la rabia en sordina y se van retirando. Después llegan otros, les repito lo que ha dicho el vecino. Algunos me dan las gracias o me cuentan su lamentable caso. Veo una ventana abierta, neones encendidos: señales inequívocas de que hay funcionarios en el interior del edificio. A las once abandono mi inesperado puesto de informador de la clase obrera y sigo con mi paseo. La pícara memoria me trae un tufillo a franquismo, un olor inequívoco a administración antipática y maleducada.
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