La violencia en Irak frena los planes de reconstrucción
Un coche bomba mata a ocho personas en un restaurante de Bagdad
Nueve meses después de que los tanques norteamericanos irrumpiesen en Bagdad, la reconstrucción de Irak no acaba de arrancar. La actividad de la insurgencia tiene al país prácticamente paralizado, mientras aumenta la impaciencia de muchos líderes iraquíes y ciudadanos de a pie con la ocupación de EE UU. En Nochevieja, la explosión de un coche bomba junto a un restaurante del centro de Bagdad frecuentado por iraquíes acomodados y extranjeros causó al menos ocho muertos y una veintena de heridos.
"Washington debe empezar a transferir el poder inmediatamente", afirma Nasir Kamel Chaderji, miembro del Consejo de Gobierno iraquí creado por EE UU en julio pasado. El administrador norteamericano, Paul Bremer, sigue teniendo capacidad para vetar cualquier decisión.
La falta de suministro eléctrico es el principal escollo para la normalización de la actividad económica. Las insfraestructuras se hallan en pésimo estado y su reconstrucción no ha comenzado por la falta de seguridad, que mantiene alejadas a las empresas extranjeras. En el país con las segundas reservas de crudo del mundo, las colas de automovilistas ante las gasolineras siguen siendo enormes, y no se espera que la producción de petróleo alcance los niveles de antes de la guerra hasta marzo próximo, siempre que se interrumpan los sabotajes de la resistencia. Sólo la telefonía móvil parece funcionar a pleno rendimiento.
Otro factor que frena la reconstrucción es el hecho de que algunos integrantes del Consejo de Gobierno iraquí, compuesto principalmente por exiliados durante el régimen de Sadam, parecen más pendientes de sus intereses particulares que de sacar el país adelante. "La nueva clase política no conoce el país, la corrupción es enorme y no hay estabilidad", afirma Sana al Uari, doctora en Economía de la Universidad de Bagdad.
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