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Reportaje:

A la búsqueda de los últimos de Cuba

Arqueólogos españoles rastrean una expedición hundida en 1898

Jacinto Antón

"Con la conciencia tranquila voy al sacrificio", escribió al ministro de Marina el almirante Pascual Cervera y Topete antes de poner su escuadra proa al desastre, el 3 de julio de 1898, bajo los cañones de la superior flota estadounidense.

Un equipo de arqueólogos españoles ha viajado estas navidades a Cuba para localizar los más tristes despojos de aquel drama tan valeroso como inútil: los miserables enterramientos, en las playas, de los marinos muertos en el desigual enfrentamiento y cuya localización se ha borrado con el paso del tiempo. Los trabajos se circunscriben al área costera a unos 12 kilómetros de la bahía de Santiago de Cuba en la que quedaron embarrancados, tras soportar un diluvio de fuego, los acorazados Infanta María Teresa (buque insignia) y Almirante Oquendo.

Los arqueólogos consideran que pueden hallar los restos de cerca de dos centenares de marinos españoles inhumados en la arena, entre ellos los del comandante del segundo navío, el capitán Lazaga, y los del condestable del primero, Francisco Martínez Casanovas. La desgraciada escuadra de Cervera se componía de otros cuatro buques, los también cruceros acorazados Vizcaya y Cristóbal Colón y los destructores Furor y Plutón, y tiene el dudoso honor de ser una de las pocas flotas de la historia hundida entera en una batalla. En total murieron 343 tripulantes del total de 2.232.

La cercanía de la costa motivó que cadáveres y marinos malheridos fueran a parar a las playas vecinas de Nima Nima y Juan González, frente a la que permanece todavía, en aguas someras de las que sobresale con uno de sus cañones, el Almirante Oquendo. El buque insignia, en cambio, quedó destrozado.

Los arqueólogos tratarán de confirmar las confusas informaciones sobre los entierros de marinos en las playas. "Creo que tenemos bastantes posibilidades, a la luz de las fotografías aéreas que muestran importantes indicios de tumbas", explica Francisco Javier Navarro Chueca, director del proyecto de investigación, que acomete la empresa privada española Arqueología y Restauración con el apoyo del Ministerio de Defensa español y la Oficina del Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba. Aparte de unos túmulos, que corresponderían a entierros individualizados, las esperanzas se centran en un montículo que podría ser la gran fosa común a la que fueron a parar la mayor parte de los muertos. "En los túmulos estarían los que murieron ahogados o al poco de alcanzar la playa y fueron enterrados por sus propios camaradas. Tenemos el testimonio del comandante del Infanta María Teresa, que dice que el responsable de los enterramientos fue el teniente de navío Juan Aznar. Bajo el montículo se encontrarían en cambio los muertos que quedaron a bordo de los barcos embarrancados o flotando en torno a ellos, la mayoría, y que habrían sido enterrados por miembros de la marina estadounidense".

Navarro calcula que puede haber 160 marinos en la fosa común. "Los que salieron a la playa desde los buques debían estar desnudos. Los muertos de los barcos debieron quedar carbonizados. Quizá quede algún botón pero uniformes no creo. Y hay que pensar que los cuerpos que no fueron enterrados por los españoles habrán sido saqueados por los estadounidenses o los insurrectos. El arqueólogo, que ha contado en la investigación documental con la colaboración del capitán de fragata José Carlos Fernández, salió ayer para La Habana y el resto de su equipo le seguirá después.

Almirante Pascual Cervera y Topete.
Almirante Pascual Cervera y Topete.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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