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Reportaje:EXCURSIONES | Sierra del Alto Rey

Una vista realmente divina

Monjes agustinos fundaron la ermita que corona desde el siglo XII este solitario macizo del norte de Guadalajara

A finales del siglo IV, san Agustín predicaba su famosa teoría de que la verdad se halla en el interior del hombre, no fuera, y amonestaba a los que salen "a admirar la altura de los montes..., y el fácil y copioso curso de los ríos..., y las revoluciones y giros de los astros, y no ponen atención en sí mismos". Ocho siglos después, en el XII, los monjes agustinos de Santa Coloma de Albendiego no sólo salían a admirar la altura de esta sierra, sino que en su cúspide de 1.852 metros plantaban una ermita desde donde, en los días claros, se ve Peñalara y se ve el Moncayo, que distan 200 kilómetros. Es decir, se ve media España. Menuda introspección.

La del Alto Rey es una sierra de pizarra que se yergue, señera y descarnada, en el profundo norte de Guadalajara, aislada del mundo por los fieros barrancos que forman la cabecera del río Bornova y acompañada en su soledad por un puñado de pueblos -Aldeanueva de Atienza, Bustares, Gascueña de Bornova, Prádena de Atienza...- heridos de muerte por el éxodo rural; pueblos cuya única alegría es el primer domingo de septiembre, en que se reúnen todos, los que se fueron y los que se quedaron, para subir en romería a la ermita. El resto del año, los viejos lugareños son la imagen viva de la introspección que recomendaba el obispo de Hipona.

Aunque larga y fatigosa, la ascensión, entre brezales y roquedos, resulta sencilla

Sobre la ermita del Santo Alto Rey de la Majestad, que tal es su gracia completa, gravita una leyenda que atribuye su erección a los templarios y que, como tantas otras cosas que se dicen y dijeron de estos caballeros, es más falsa que un Judas de plástico. Más verosímil, a juzgar por unos capiteles y modillones clásicos exhumados en su entorno, es la hipótesis de un templo pagano previo. Y lo que no admite duda, pues hay prueba documental, es que la fundaron monjes venidos de Albendiego, los mismos que levantaron la preciosa iglesia románica de Santa Coloma.

Algún día la visitaremos, pero, de momento, vamos a centrarnos en esta sierra y esta ermita.

Entre Gascueña de Bornova y Prádena de Atienza, a dos kilómetros y medio del primer pueblo, tras una cerrada curva a la derecha que describe la carretera sobre el arroyo de Val de Fuentes, nace una pista pedregosa que sube a repecho por el jaral. Señalizada al inicio con unas letras de pintura azul -A R, de Alto Rey-, esta pista nos conducirá hasta un tendido eléctrico, donde otra señal -ahora, un letrero- nos invitará a girar a la diestra para ganar la cresta de la sierra, que ya no abandonaremos durante el resto de la jornada.

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Aunque larga y fatigosa, la ascensión por la línea cimera, entre brezales y roquedos, resulta sencilla, máxime con las numerosas tablas de esquí plantadas a modo de hitos. Así, sin extravío posible, llegaremos a la ermita tras casi tres horas de marcha. Reconstruida en 1785, es de mampostería basta, tiene nave única con bóveda de medio cañón -en el ábside, de crucería- y está anclada con potentes contrafuertes a la acantilada cima, donde se ha instalado una barandilla para evitar que las romerías acaben mal.

Desde aquí se ve desde el Guadarrama hasta el sistema Ibérico. Ciñéndonos empero a esta provincia, reconoceremos, al sur, la presa de Alcorlo, donde se remansa el Bornova; a naciente, el castillo de Atienza; al norte, la pelada sierra de Pela, y a poniente, el macizo de Ayllón y el orondo Ocejón. Añádase el añublo que formarse suele en esta época del año, anegando en un mar de nubes los valles aledaños, y se entenderá por qué los agustinos de Albendiego se pasaron por so la cogolla las recomendaciones del santo africano.

Del puesto militar de transmisiones que afea el cerro inmediato y de las antenas de telefonía móvil que se alzan justo a espaldas de la ermita, mejor no diremos nada, salvo que, a este paso, unos y otros van a conseguir que no quede un solo alto monte que admirar y que no merezca la pena salir de casa, dando la razón a san Agustín. Estarán orgullosos, muy orgullosos, incluso tremendamente orgullosos.

Preparados para la nieve y el frío

- Dónde. Gascueña de Bornova (provincia de Guadalajara) dista 132 kilómetros de Madrid. Se va por la carretera de Barcelona (N-II) hasta Guadalajara, para seguir hacia el norte por la CM-101 hasta Fuencemillán y luego por la CM-1001 hasta Hiendelaencina.

Atravesando este pueblo, se presenta a los seis kilómetros el desvío a Gascueña y Prádena de Atienza. Y, a medio camino entre ambas aldeas, aparece la pista por la que hay que echarse a andar.

- Cuándo. Los días claros de invierno son los mejores para disfrutar de las extraordinarias vistas que depara esta ruta de cinco horas -cuatro kilómetros, ida y vuelta por el mismo camino-, con un desnivel acumulado de 650 metros y una dificultad media. Puede haber nieve y hacer mucho frío, así que toda precaución será poca.

- Quién. Molingordo (teléfono 949 307 807) es un magnífico centro de turismo rural que se halla en Somolinos, al norte de la sierra del Alto Rey; tiene siete apartamentos con capacidad para 3, 4 o 6 personas y un precio de 148 euros por alojamiento y fin de semana.

- Y qué más. Cartografía: hojas 21-17 (Atienza) y 21-18 (Hiendelaencina) del Servicio Geográfico del Ejército, a escala 1:50.000.

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