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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Plaza muerta

La céntrica plaza de Cristo de Burgos de Sevilla (popularmente conocida como plaza de San Pedro) está muriendo o casi. Tras su reciente restauración, un complot vecinos-ayuntamiento ha conseguido que se valle los fines de semana, evitando así el disfrute de esta plaza "pública". No soy imparcial, lo reconozco, he pasado algunos de mis mejores años en esa plaza y admito que me duele verla así, lo que era vida y movimiento se ha transformado en clausura y desolación. Una vez más se impone la represión como forma de paliar unas molestias que, sin menospreciarlas, no merecían una solución tan drástica.

El problema era el ruido y como siempre se ha cortado por lo sano, tengo que recordar que la última solución tomada por nuestros representantes políticos ante el problema fue la de rociar la plaza con Zotal cuando más llena estaba, lo cual, a mi entender, fue peligroso para la salud de los que alli concurrían, entre lo cuales me incluyo. Bien, esta vez no "nos han gaseado" y han tenido la deferencia de simplemente acotarla y no permitir a nadie entrar en ella, a este paso llegará un día que el centro de Sevilla se parezca al tipico pueblo fantasma de las películas de vaqueros, o a un barrio residencial tipo Sevilla Este, sacado de sus cimientos y encajado en el casco antiguo.

Señores vecinos, entiendo que la movida puede ser molesta y todos tenemos que descansar pero, ¿no creen que están llegando demasiado lejos? Desde hacía tiempo había presencia policial en la plaza y no se tocaban instrumentos a partir de las 12, ¿no bastaba con eso? ¿Tenemos que convertir una plaza pública en una simple postal tipo mírame pero no me uses? Los museos son para visitarlos, las tiendas para comprar y las plazas públicas para disfrute de "todos" y no sólo de unos vecinos que se han equivocado al gastar mucho dinero en un piso en el bullicioso casco antiguo, cuando su sitio ideal era el tranquilo Aljarafe.

No recuerdo el nombre del rey que, con gran criterio, donó a la ciudad los Jardines de Murillo, estirpándolos de su propio Alcázar y regalándolos al disfrute popular, ahora la tendencia se ha invertido, vallar y acotar; vea que bella ciudad pero no la disfrute.

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