La 'vitamina australiana'
La nadadora Mireia García, 'La Princesa de la Mariposa', recobra la motivación en Perth y gana los 50 m en los Nacionales de invierno
El verano austral, los paseos en barco por el río Swan y las hermosas playas de Perth le han sentado muy bien a Mireia García, una barcelonesa de 22 años. En Australia, donde ha pasado dos meses entrenándose, ha recuperado el gusto por la natación y, sobre todo, la motivación. "Me preparaba las mismas horas diarias que en España, seis, pero se me pasaban volando", afirma quien fuese bautizada hace años como La Princesa de la Mariposa.
Eso fue cuando los resultados le sonreían: en 1996, en Copenhague, fue subcampeona europea júnior y al año siguiente, en Glasgow, campeona. Luego, en los campeonatos absolutos de Helsinki 2000 se colgó la medalla de bronce en los 200 metros mariposa, su especialidad. Pero todo se torció después: en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 fue la novena, un puesto que no le satisfizo. "Me sacrifiqué mucho para lo que obtuve. Llegue a pensar que no me compensaba prepararme tanto, que no valía la pena", dice.
"Un palo muy gordo. Me quedé fuera de los Mundiales de mi ciudad por tres décimas"
En los Mundiales de Fukuoka (Japón), en 2001, fue séptima y en los Europeos de Berlín, en 2002, cuarta. Pero seguía desencantada, Tanto como para dejar a su antiguo entrenador, el duro y controvertido Joan Fortuny, para irse con el grupo de la federación catalana, que dirige Jordi Murio. Cambió de técnico y compañeros. Y volvió a ser feliz. La cita más esperada, los Mundiales de Barcelona de este año, se acercaban y sus sensaciones eran buenas. Sin embargo, el seleccionador, Carles Subirana, no se acordó de ella. "Fue un palo muy gordo. Me sentó fatal. Me quedé fuera por tres décimas de segundo. Lo peor que me podía haber pasado: no competir en esa gran cita y, encima, en tu ciudad", se lamenta.
Sin apenas motivación, yendo a entrenarse como un autómata, con los Juegos de Atenas 2004 a la vuelta de la esquina, Mireia recibió hace unos meses la llamada del presidente de su federación, Lluís Bestit, quien había firmado un convenio de intercambio con la australiana. "Pensé que no podía dejarlo todo: la familia, mi novio... Pero la gente me convenció de que aprovechara la oportunidad", cuenta quien en Perth ha descubierto otro mundo: "Estoy aprendiendo muchísimo. En cuanto me vieron, [los preparadores] supieron en qué aspectos debía mejorar. Uno, claro, era el psicológico".
Allí reside con una familia acomodada en una urbanización de lujo. Se entrena seis horas diarias y estudia inglés otras seis. Los fines de semana disfruta de la navegación y de las tiendas. "Cuando eres feliz", confiesa, "todo es más fácil. Hasta los entrenamientos son más amenos. No hay secretos. Los sistemas son parecidos, aunque no hay tanta historia con los médicos y los fisioterapeutas. Todo es más natural".
Mireia se entrena en el club Westcoast, que dirigen Lester y Nick Watkins, padre e hijo, dos de los cientos de preparadores que hay en Australia, unas de las grandes potencias de la natación, si no la mayor. "No es como en España", explica; "cada colegio tiene su piscina olímpica. Y hay decenas. Cada dos calles, una. Todos pagan por utilizar la instalación, entrenarse y competir. Y con gusto. Todos los fines de semana hay pruebas y los recintos están a rebosar. Becas sólo hay para los mejores, para los que entran en la selección. Es otra historia".
Tan fructífera ha sido la experiencia que Mireia se volverá allí el 2 de enero para permanecer dos meses más. El pasado fin de semana, en los Campeonatos de España de invierno -en piscina corta, de 25 metros-, en Valladolid, ganó los 50 metros mariposa, fue la segunda en los 100 y la tercera en los 200. "Mi preparación va enfocada a Atenas. En marzo, en Madrid, tendré una prueba de fuego, pues es una cita clasificatoria", concluye.
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