Privatizaciones inteligentes

Déjenme que les cuente una bonita historia de los beneficios que la economía capitalista nos ofrece a los ciudadanos.

Me encuentro matriculado en el periodo de investigación del ciclo de doctorado de la Universidad de Sevilla. Al formalizar la matrícula se me obligó a abonar casi cinco euros al Banco de San-tander para la expedición de la llamada Tarjeta Inteligente, con la que se accede a los servicios de biblioteca y de aparcamientos de la Universidad. Ello significa, ni más ni menos, que le abono una cantidad al Banco de Santander para disfrutar de unos servicios de los que ya disfrutaba anteriormente por el mero hecho de pagar mi matrícula. Pero aquí no acaba la cosa.

A fecha de hoy, aún no he recibido en mi casa una tarjeta que, a pesar de su inteligencia, no acaba de encontrar mi domicilio, con lo que no puedo tener acceso a las bibliografías que necesito para la realización de mi tesis doctoral. No obstante, el día 1 de enero he de abonar el segundo plazo de la matrícula.

¿Aplazará el recibo el Banco de Santander hasta que tenga en mi poder la Tarjeta Inteligente o exhibirá, por el contrario, una efectividad absolutamente infalible en la emisión del mismo?

Es verdad que con este sistema eufemísticamente denominado privatización de bienes públicos todo funciona peor y es más caro, pero ¿no redunda ello en un ostensible crecimiento de la economía? Al menos, los beneficios para nuestras oligarquías resultan absolutamente innegables.