Una isla y diez escenarios
Visitas para amantes del cine y la literatura
1 DONNAFUGATA
El palacio del mismo nombre de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, El Gatopardo, no existe. ¿O tal vez sí? El escritor reconstruyó de memoria el palacio de Santa Margherita, donde él vivió de niño, y que fue destruido por un terremoto en 1968, al igual que el otro, el de Palermo, que se disolvió bajo los bombardeos de la II Guerra Mundial. Pero cerca de las ciudades barrocas de Módica y Ragusa se levanta este palacio sorprendente en el que la vida de aquellos aristócratas decimonónicos aún está impregnada en sus paredes. Donnafugata no es el único, Sicilia está cuajada de palacios gatopardianos como éste o el Ganci-Valguarnera en Palermo, donde Visconti filmó la escena del baile de su película El Gatopardo.
2 ISLA DE ESTRÓMBOLI
Un volcán que emerge del mar como un iceberg de fuego y es la misma boca por la que Julio Verne hizo aparecer a sus personajes en su novela Viaje al centro de la Tierra. Sólo dos minúsculas aldeas presididas por dos iglesias, San Vicenzo y San Bartolo, y sólo al otro lado del volcán la aldea de Ginostra. Eso es todo. Pero Estrómboli está acreditada como la isla del amor. El propio Rossellini se enamoró de Ingrid Bergman mientras filmaba en 1949 su película Stromboli en las faldas de este cinematográfico volcán que forma parte de las Eolias.
3 MERCADO DE LA VUCCIRIA
En Palermo hay demasiadas cosas que ver, pero en una de ellas es preciso zambullirse con los cinco sentidos en alerta máxima: el mercado de la Vucciria. Peter Robb abre su libro Medianoche en Sicilia, un compendio desordenado pero apasionante de arte, cocina, historia, viajes e historia de la Mafia, en este zoco que ha sobrevivido a la modernidad. El mercado es angosto, denso, barroco, y palpita como una víscera abierta. Así lo cuenta Peter Robb: "Llegar al Vucciria saliendo de un callejón estrecho y sinuoso era como salir de entre bastidores al escenario en mitad de la representación".
4 ACI TREZZA
Pueblecito de pescadores al lado de Aci Castello donde vivieron en la ficción los Toscano, apodados los Malavoglia (Mala Gana), sufridos pescadores de la zona. El escritor Giovanni Verga publicó en Milán en 1881 I Malavoglia, una obra que se considera fundamental dentro del movimiento del realismo verista. La historia gustó tanto a Visconti que la filmó en 1947 con el nombre de La terra trema. Para continuar el recorrido se puede visitar la casa del escritor en Catania (Via Sant'Anna, 8) y echar un vistazo a los lomos de los 2.500 libros de su biblioteca personal.
5 KAOS
Raro es el viajero que se pierde en este pequeño pueblo de nombre poco tranquilizador. Kaos está pegado a Agrigento y su importante valle de los Templos, un conjunto espectacular tanto de día como de noche, que fue paisaje cotidiano del dramaturgo y novelista Luigi Pirandello. El Nobel de Literatura vivió pegado a estos templos y su casa ya es un pequeño museo. Para acabar la visita aún queda algo muy al gusto siciliano y su escenografía de la muerte: son las cenizas del escritor, que se conservan en una pequeña urna incrustada en la grieta de una roca frente al mar.
6 SIRACUSA
Arquímedes (287-212 antes de Cristo), el matemático, geómetra e inventor griego, nació en esta hermosísima ciudad en la que hay que tener paciencia para admirarlo todo. En sus calles, si se escucha bien, resuena un grito: "¡Eureka!", y con él llega el recuerdo de Arquímedes corriendo en porretas por la villa entusiasmado por el hallazgo del principio que lleva su nombre. Su propio cuerpo en la bañera había ilustrado segundos antes su formulación del peso en los líquidos. Arquímedes fue la clase de sabio entrañable que la historia debería recordar a cada momento. Suyo fue, entre otras cosas, el invento de la catapulta, que fue vital para defender su ciudad del asedio romano. Dicen que la tumba del gran científico se encuentra en la necrópolis de Grotticelli.
7 RACALMUTO
Escribe Peter Robb, el de Medianoche en Sicilia, que "para Sciascia, la verdad empezó donde vivió toda su vida, en Racalmuto", un retrato exacto de la Sicilia hermética. Racalmuto, como tantos pueblos desolados, explica por sí mismo la fuerte migración que sufrió la isla durante el siglo XIX y la cantera mafiosa en la que devinieron después éste y otros lugares parecidos. ¿Cómo no se asfixiaba el gran escritor siciliano Leonardo Sciascia entre estas estrechas calles? Nieto de un Caruso, un minero del azufre, y después profesor de primaria, escribió aquí todas sus obras, que son inevitables para entender la isla, empezando por el ensayo Sicilia como metáfora.
8 PALAZZO ADRIANO
Es imposible no sentir esa sensación de déjà-vu nada más entrar en este pueblo. No es una alucinación, es la memoria de esa plaza con sus dos iglesias y sus dos palacios; las calles vacías, las pequeñas casas con los postigos verdes entornados, la luz mostaza del atardecer y, junto a estas imágenes, el ruido quejumbroso de un cinematógrafo... Fue el director siciliano Giuseppe Tornatore quien inmortalizó este pueblo somnoliento, no lejos de Agrigento, en una deliciosa película: Cinema Paradiso.
9 VIGÀTA
Inútil buscar Vigàta en los mapas, no está. Pero es la copia precisa de los numerosos pueblecitos de la Sicilia profunda. El escritor Andrea Camilleri vive literariamente en este lugar inventado a orillas del mar, donde pone orden Salvo Montalbano, su consistente comisario de policía, asistido por Adelina, su criada. Las cosas que les pasan nutren las numerosas novelas con que Camilleri nos habla de su isla. No perderse El olor de la noche, una de las últimas novelas de la saga, y La concesión del teléfono, entre las primeras.
10 CORLEONE
Mario Puzzo hizo famoso este apellido que corresponde a un lugar real situado a 60 kilómetros de Palermo hacia el interior. La mayoría de sus sufridos habitantes no se merecen las miradas de curiosidad con que les radiografían los turistas, pero los tiempos cambian. Corleone, el más famoso punto negro en el mapa de la Cosa Nostra, creó hace pocos años un "centro de documentación" sobre la Mafia, en palabras de Pippo Cipriano, el emprendedor alcalde del pueblo que vio nacer a grandes capos de la honorable società, como el infausto Totó Riina. Una buena manera de reciclar el fisgoneo morboso de sus visitantes.
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