Pánico a los penaltis

La maldición no cesa. El Racing, suma y sigue, ya lleva fallados ocho penaltis en lo que va de temporada: uno en la Copa Intertoto, cuatro en la Liga y tres, que le costaron el pasado miércoles la eliminación ante el Eibar, un segunda, en la Copa. La psicósis crece. Sus jugadores, quien más, quien menos, sienten pánico a lo hora de poner el balón sobre el punto fatídico para... ellos, no para los porteros como pregona el tópico. A pesar de todo, los técnicos del club continúan pretendiendo ignorar el problema: nada de ensayar los lanzamientos de manera sistemática, nada de obsesionarse.

Pero lo cierto es que la otra noche, nada más concluir (0-0) la prórroga en el estadio de Ipurúa,el acto reflejo se produjo entre los racinguistas. "Fue algo instintivo. Todos nos miramos unos a otros como preguntándonos: 'Y ahora, ¿quién tira los penaltis". Lo ha confesado el defensa Moratón. Pero el propio técnico, Lucas Alcaraz, que no se encontraba en el banquillo, sino en la grada -comenzaba a cumplir el mes de sanción, ahora en suspenso por decisión del Comité de Apelación, por haber incurrido en una alineación indebida ante Osasuna- recelaba tanto de ellos que los tres últimos ni siquiera los vio. Prefirió ocultar su rostro entre las manos. Ya le confirmarían los gritos eufóricos de los aficionados eibarreses que sus temores estaban más que fundados. Nafti, Benayoun y Bodipo casi ni acertaron con la portería mientras que Jonatan Valle y Regueiro, ellos sí, atinaron en... vano. Se consumaba así la eliminación en un torneo en la que el club cántabro pretendía llegar lejos, por lo que apenas hubo suplentes sobre el césped.

La historia interminable de los máximos castigos desaprovechados la inició Pablo Lago frente al Györ Eto, húngaro, y en la Liga la han proseguido Guerrero, con dos fallos; Regueiro y Benayoun. A pesar de todo, el segundo técnico y asesor deportivo del consejo de administración de la entidad, el veterano Nando Yosu, se mantiene en sus trece: "No hemos de obsesionarnos. No se trata más que de una racha que hay que dejar pasar". De la política del laissez faire (dejar hacer) son también partidarios el entrenador de los porteros, Pedro Alba -"algunos tiros fueron mal, pero en otros el mérito fue de quienes los pararon"- y Morán, el capitán -"por experiencia, sé que no hay que dar excesiva importancia a estas circunstancias".

Como consecuencia de tantos y tan graves errores, el Racing barajó hasta la posibilidad de que fuera, como en su día el paraguayo Chilavert, el guardameta internacional Ricardo el ejecutor de las máximas penas. Finalmente, se descartó esta posibilidad por el riesgo añadido de que se produjera un rechace que le pillara lejos de su marco.