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Reportaje:MÚSICA

Un 'enfant terrible' en Bayreuth

En el espectáculo Church of fear (Iglesia del temor), el dramaturgo y cineasta alemán Christoph Schlingensief (Oberhausen, 1960) coloca a personas "sin empleo, sin casa y sin esperanza" en postes de madera. Los voluntarios permanecen seis días allí como si se tratase de un ritual religioso. "¡Tened miedo!", proclama Schlingensief, que ha venido realizando esta acción en varias ciudades desde este verano. En el programa de televisión Freakstars 3000 ironiza sobre Operación Triunfo con el apoyo de actores minusválidos, y asesinó simbólicamente al vicepresidente del Partido Liberal, Jürgen Möllemann, autor de una campaña antisemita en 2002, pisoteando su retrato y exclamando: "¡Matad a Möllemann!". Éste se suicidó ese mismo año saltando al vacío con un paracaídas. La justicia alemana investigó en su momento por qué Schlingensief, además de quemar públicamente banderas y libros israelíes, e incluso un muñeco del primer ministro israelí, Ariel Sharon, buscaba a través de su página en Internet a candidatos para ataques suicidas. El nuevo largometraje de Schlingenseif, Hamlet-this is your family, está protagonizado por ex nazis. Por todo esto la noticia de que este enfant terrible de 43 años pondría sus manos sobre la vaca sagrada de la ópera alemana, el festival de Bayreuth, que existe desde 1876, estalló como una bomba este verano.

Wolfgang Wagner, nieto de Richard Wagner y director del festival, anunció que iba a dar un giro de 180 grados a la orientación del certamen al contratar a Schlingensief, al director teatral Christoph Marthaler y al cineasta Lars von Trier como directores de escena. Las críticas despertaron tanto el escepticismo como la curiosidad -el semanario Der Spiegel se preguntaba: "¿Está loco, señor Wagner?"-. Por parte de la Asociación Alemana de Teatro se teme una "pérdida enorme de la calidad artística". Para producir un cambio radical de la cita anual de los amantes de Wagner en la idílica ciudad del sur de Alemania, Wolfgang Wagner ha tomado un camino que se está haciendo cada vez más frecuente en la escena operística alemana. Se trata de incluir en el equipo técnico a directores ajenos al medio. Éste ha sido el caso de la cineasta y escritora alemana Doris Dörrie con dos producciones de la Staatsoper Unter den Linden en Berlín, Cosí fan tutte, de Mozart (con Daniel Barenboim como director musical), y Turandot, de Puccini.

Según Wolfgang Wagner, su

intención es rehabilitar Bayreuth como "lugar de la vanguardia operística". Wagner, quien recibió el pasado mes de septiembre el Premio de la Cultura Europea que otorga la ciudad de Lucerna, recordó las palabras de su abuelo sobre el arte. En 1849, Richard Wagner escribió en el ensayo El arte y la revolución que sería mejor "ahora y para siempre, hacer desaparecer del todo a un teatro que tenga las características de una empresa industrial". Él mismo propuso en El hombre y la sociedad actual, "una lucha contra la sociedad contemporánea, una pugna de la conciencia contra los azares, de la agudeza mental contra la imbecilidad, de la fuerza contra la debilidad". Estas frases parecen hechas a propósito para describir las preocupaciones que motivan el arte de Christoph Schlingensief. Él mismo sostiene que "el teatro no ha de describir la guerra, ha de ser la guerra misma".

Su voz directa ha convertido a Schligensief en una auténtica estrella mediática. Físicamente no tiene mucho de estrella. Viste ropa clásica, tiene cara de niño y se da un aire de pillo con el pelo despeinado. Él asegura que no habrá explosiones que aplanarán la llamada "colina verde" de Bayreuth. De la obra de Wagner le interesa, sobre todo, su pensamiento político. Para prepararse lee ahora el diario de su esposa Cosima Wagner y materiales científicos. "Creo haber encontrado una puerta", señala, y "detrás de esta puerta, Hitler puede tener mayor o menor importancia que Bush u otros líderes mundiales. Pero no es motivo para incorporar una bandera con la esvástica ni la bandera norteamericana en la obra".

El provocador permanente se hizo famoso internacionalmente cuando aplicó la idea del programa televisivo Gran Hermano a un espectáculo sobre la xenofobia en Viena. Colocó contenedores en un lugar céntrico de la ciudad y encerró allí a una docena de extranjeros que habían solicitado asilo en Austria. Pese a una respuesta generalmente negativa de la opinión pública de esta ciudad, el prestigioso Burgtheater contrató a Schlingensief para dirigir una pieza de Elfriede Jelinek, "porque ella lo quería así", según un portavoz del teatro. Cuatro actores de Bambiland (El país de Bambi), la nueva obra obra que trata sobre la guerra de Irak, se marcharon después de que en una entrevista publicada en el semanario News, Schlingensief dijera que "las encargadas de los lavabos muchas veces actúan mejor que los actores estatales" y que algunos de ellos son como "asados de cerdo extremadamente grasosos", a los que habría que "ir a buscar y degollarles".

Wolfgang Wagner confía en su elegido. Dice que "Schlingensief es un verdadero hombre de teatro, vital, jugoso y de interés palpitante. Si parodia o choca o ambas cosas es porque conoce el teatro y lo teatral y puede deshacer con violencia las costumbres de los llamados expertos operísticos".

La última acción de Christoph Schlingensief en la Volksbühne de Berlín.
La última acción de Christoph Schlingensief en la Volksbühne de Berlín.

Los mundos de Wagner

MÚNICH MUESTRA con motivo del 350º aniversario de su teatro de la ópera una exposición que invita a explorar, a través de 600 piezas de todas partes del mundo y exhibidas en 18 salas, los aspectos que hacen del compositor Richard Wagner una de las figuras más controvertidas de la historia musical de Alemania. Pequeños detalles, un cenicero o un frasco de perfume, forman parte de la imagen que se da, en el museo de la ciudad, de la universalidad característica de Wagner, del monomaniaco, el insoportable antisemita, socialista revolucionario y utopista cultural que soñaba con "una sociedad sin clases, lujo y liberada de la maldición del oro" -el artista musical que provoca rechazo y atracción en sus más extremas variantes-.

La muestra documenta asimismo el desarrollo de las grandes óperas de Wagner, desde El holandés errante hasta Parsifal, y lo hace a través de imágenes y ejemplos musicales, partituras y dibujos de las escenas. Hay datos biográficos, documentos que revelan el pensamiento y ejemplos plásticos de las visiones artísticas de Wagner.

Los mundos de Wagner, que se podrá visitar hasta el 25 de enero, refleja los capítulos oscuros del culto entorno a la figura de Wagner, el papel de Hitler en Bayreuth y la expulsión de Múnich del escritor Thomas Mann, quien le atribuía una "ambivalencia entusiasta". Wagnerianos militantes echaron a Mann de la ciudad bávara hace 70 años en respuesta a un ensayo que escribió con motivo del 50º aniversario de la muerte del artista musical titulado El sufrimiento y la grandeza de Richard Wagner. Según opinaba Mann, el compositor era "sufrido y grandioso al igual que el siglo XIX" y "su manifestación perfecta".

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