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El PP aprueba en solitario los Presupuestos de la Generalitat para 2004, que crecen un 7,9%

Pla dice que las cuentas "no encaran los aspectos fundamentales" para los valencianos

El pleno de las Cortes Valencianas aprobó ayer, con los solos votos del Grupo Popular -el PSPV y EU-L'Entesa votaron en contra- los Presupuestos de la Generalitat para el año 2004, que ascienden a 9.615 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 7,9% respecto a las cuentas del ejercicio actual. En los cuatro días de debate en el pleno el PP sólo ha aprobado tres de las 4.368 enmiendas presentadas por la oposición, que no implican movimiento de fondos. Sanidad, Bienestar Social, Educación y Justicia son las áreas que más crecen.

La oposición denuncia el aumento del gasto público y el retroceso de las inversiones

La última votación, la de totalidad, con los 89 diputados presentes en el hemiciclo, se saldó con 47 votos a favor, los de los diputados populares -falló el del consejero de Presidencia, Alejandro Font de Mora, que no quedó registrado en el sistema electrónico- y 41 en contra, los que suman los dos grupos de la oposición.

El primer proyecto de Presupuestos de la Generalitat elaborado por el Consell que preside Francisco Camps suma 9.615 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 7,9% respecto a las cuentas del ejercicio actual. A la citada cantidad hay que añadir otros 2.411 millones de euros de las empresas y organismos públicos de la Administración valenciana, de manera que el presupuesto consolidado alcanza los 10.633 millones. El Consell prevé para el año 2004 un crecimiento del PIB del 3,2%, dos décimas por encima del previsto para España, y una inflación del 2%. Los presupuestos frenan el ritmo inversor del Consell e intentan rebajar el coste de la deuda autonómica para poner orden en las cuentas de la Generalitat. Todo ello sobre unas previsiones de mayores ingresos gracias a la creación de 35.000 nuevos empleos y al aumento del 3,4% (una décima superior a la previsión española), de la demanda interna.

Los Presupuestos, que según el Consell respetan el marco del equilibrio presupuestario, pretenden incrementar los recursos para políticas sociales -que suponen el 78% del total-, potenciando al mismo tiempo las infraestructuras, poniendo en marcha políticas para alcanzar el objetivo del pleno empleo, e impulsando la innovación tecnológica. Junto a la Consejería de Sanidad, que gestionará el 38,6% del presupuesto, los departamentos que más crecen son los de Bienestar Social, Educación y Justicia.

Sin embargo, la oposición ha criticado las cuentas porque, por una parte, revelan un "claro retroceso" en la política de inversiones de la Generalitat y, por otra, un "fuerte incremento" del gasto público. Además, han señalado que "se recurre a previsiones irreales para cuadrar los números".

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Ayer, a la hora de la explicación del voto, el portavoz del Grupo Socialista y secretario general del PSPV, Joan Ignasi Pla, señaló que los Presupuestos "no encaran los aspectos fundamentales" para que la Comunidad Valenciana avance en su bienestar y que el Consell del PP "no tiene voluntad" de cohesionarla, "fundamentalmente en aspectos sociales". Las cuentas, añadió Pla, "consolidan" el "lastre de la deuda" dejada por el anterior presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Pla dijo que su grupo no podía apoyar estos Presupuestos, porque en el debate no han podido hacerlos más ajustados a lo que necesitan los valencianos. Y lamentó la "prepotencia" con que el PP ha rechazado las enmiendas de la oposición, a la que, añadió, ha intentado "deslegitimar".

Mientras, el portavoz adjunto de EU-L'Entesa, Joan Antoni Oltra, aseguró que las cuentas aprobadas son fruto de los "equilibrios internos" del PP y también se refirió a la hipoteca que supone la "herencia de Zaplana". Oltra reclamó "otro modelo de gestión" y un plan de saneamiento financiero.

Muy distinta fue la valoración que del portavoz de economía del PP, Ricardo Costa, quien aseguró los presupuestos "mantienen el camino que ha llevado a la Comunidad Valenciana a ser la que más empleo ha generado; donde más se ha incrementado el PIB, donde más ha crecido la renta familiar y que ha hecho el esfuerzo más importante en creación de infraestructuras sanitarias, educativas y de servicios sociales". Y lamentó que no hayan prosperado los intentos de su grupo de "negociar" con la oposición.

Las luchas internas y el esfuerzo inútil

La votación de totalidad de los Presupuestos de la Generalitat, celebrada ayer poco antes de las tres de la tarde, cerraba el largo proceso de tramitación del proyecto presupuestario, que el Consell aprobó a finales de octubre y que el consejero de Hacienda, Gerardo Camps, presentó el día 29 de ese mes en el Parlamento. Desde entonces, el proyecto ha recorrido el camino habitual: presentación por parte de los diversos integrantes del Ejecutivo, ante la comisión de Economía, de las cuentas de sus respectivos departamentos; debate en el pleno de las enmiendas a la totalidad a la ley presupuestaria y a la de acompañamiento; presentación de las enmiendas por los grupos -casi 4.500- y posterior discusión de las mismas en comisión; y finalmente, debate en el pleno. Así, los argumentos de unos y otros se han repetido, con muy pocas variaciones, hasta media docena de veces. No es de extrañar, por tanto, que ayer, en la jornada final, sus señorías parlamentarias se mostraran deseosas de terminar y dieran rienda suelta a su nerviosismo ante la inminente conclusión del tedioso proceso, lo que provocó que en algunos enfrentamientos dialécticos elevaran el tono algo más de lo habitual. Era como la traca final de un proceso que ha permitido comprobar de nuevo la escasa utilidad de las enmiendas de los grupos de la oposición, por un lado, y la cada vez más clara crisis interna del PP, por otro.

José Ortega y Gasset aseguraba que "el esfuerzo inútil conduce a la melancolía" y, sin embargo, los diputados de la oposición presentan año tras año miles de enmiendas, que el partido del Gobierno rechaza en su mayor parte sin miramientos, gracias a su mayoría absoluta. Y pese a ello, ayer no se mostraban melancólicos.

Por el contrario, en las filas populares algunos diputados sí mostraban un cierto mohín melancólico. Y es que las diferencias internas que enfrentan a zaplanistas y campistas han quedado bastante explícitas en estos días, tanto fuera como dentro del hemiciclo, a través de los gestos, los aplausos, los silencios y los corros. En un grupo parlamentario en el que los seguidores del presidente regional del PP y ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana,son mayoría, los partidarios del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, han sufrido lo suyo. Así, mientras una insulsa intervención de un zaplanista era seguida con vítores y jaleos de ánimo de los suyos y recibía exagerados aplausos de la clac, una brillante actuación de un campista era castigada con la indiferencia, cuando no dándole ostensiblemente la espalda al orador.

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