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Reportaje:EXCURSIONES | Camino de la Serrezuela

El balcón de Mágina

El sendero de Pegalajar sorprende con un mirador desde el que se divisan parte de la provincia de Jaén y Sierra Nevada

En algo más de hora y media, y sin ser consciente de ello, el camino de la Serrezuela en Pegalajar (Jaén) muestra un paisaje diverso en especies, estructura, color, e incluso, olor. Sólo se necesita prestar atención y despertar a los sentidos. El de la vista es el que más disfruta. Esta diversidad paisajística es uno de los grandes atractivos del Parque Natural de Sierra Mágina, el tercer macizo montañoso en elevación de Andalucía, después de Sierra Nevada y la Sagra (Granada).

Al norte de Sierra Mágina y limitando con la depresión del Guadalquivir, una de las primeras sierras que se presentan con un acentuado contraste con respecto al llano circundante es la Serrezuela de Pegalajar. Este municipio de poco más de 3.000 habitantes se levanta a la falda de la Peña de los Buitres, denominada así por el gran número de aves carroñeras que, hasta no hace mucho tiempo, se dejaban ver por la zona. "Ahora con un poco de suerte, a lo mejor se ve a una pareja de águilas", señala un lugareño.

Pegalajar se divisa desde la autovía Bailén-Motril. A la entrada del pueblo, unas señales indican dónde comienza el camino hacia la Peña de los Buitres. A pie, hay que subir por la calle Cruz Alta y, dejando a las espaldas Pegalajar y el valle del río Guadalbullón, con Sierra Nevada de fondo, levantando la vista hacia la Peña de los Buitres, se puede ver un bosque de pinares. Son dos manchas verdes que contrastan con la aridez de la piedra grisácea, muy a tono con la diferente gama de ocres de la tierra. En este punto se toma un sendero a la izquierda y que bordea toda la peña.

Durante la primera media hora se asciende suavemente por un carril de piedras, a veces un pelín estrecho, que obliga a estar pendiente de dónde pone el pie. El paisaje es árido, el pinar aún queda lejos y todavía se puede escuchar el tráfico de la autovía. Si se agudiza el oído, entre sonidos de piedras y jilgueros, se puede escuchar cómo los aceituneros golpean con las varas las ramas del olivar. Son los olivos de montaña los que más abundan en esta parte, junto a matorrales y romerales.

Cuando el camino ha alcanzado la parte trasera de la peña se descubre una nueva panorámica. El primer pueblo que se ve es La Guardia, cuyas casas blancas se apiñan a los pies de su castillo. Detrás, la sierra de Jaén deja ver una mancha que se extiende entre olivares. Se trata de la capital, coronada por el castillo de Santa Catalina. Las fortificaciones recuerdan el papel de frontera medieval de esta comarca, que dio lugar a más de una lucha entre moros y cristianos.

La atracción de la panorámica hace olvidar el sendero que poco a poco sigue ascendiendo hasta llegar a los pinares. El ruido de la autovía, el de las varas y el olor del romero desaparece. También la luz y la panorámica porque el camino discurre, durante otra larga media hora, entre un pinar que oculta las vistas. Ahora huele a pino y el sendero se hace más blando, húmedo y abarrotado de piñas que cobran protagonismo. Apenas llegan los rayos del sol. Esta penumbra, junto a otros pequeños senderos dibujados entre los pinos, pueden llegar a confundir. Sin embargo, cuando uno puede llegar a pensar que nunca saldrá del pinar, al fondo, de nuevo se abre un gran claro. Dejando atrás los pinos, se desciende, de nuevo prestando atención a las piedras hasta el gran protagonista de la excursión, el Mirador de Las Siete Pilillas, llamado así por la fuente que se encuentra a escasos metros.

Asomándose a este balcón de Sierra Mágina, se divisa, ante un gran campo de olivares, gran parte de Sierra Morena, la Sierra Sur de Jaén, gran parte del valle del Guadalquivir, y todo el noroeste de Mágina con algunos de los picos más altos de esta comarca, como el Mágina (2.167 metros). Si la ruta se realiza durante el fin de semana, es fácil encontrar a deportistas que con sus parapentes echan a volar desde este mirador, una zona recreativa, que invita al descanso y ha dejar la mente en blanco con la mirada perdida en el infinito.

El descenso desde este mirador se hace siguiendo la carretera que une Mancha Real con Pegalajar a través de la sierra. El trayecto del último kilómetro es el más cómodo. Entre matas de esparto y pequeños campos de almendros, uno se vuelve a topar con Pegalajar.

Entre cuevas y huertas

- Cómo llegar. Pegalajar está a un paso de Granada y a otro de Jaén. Desde la autovía Bailén-Granada, por la que discurre la N-323, y en dirección Granada, a escasos 20 kilómetros de la capital, hay que tomar la salida Pegalajar-La Guardia que lleva hasta una rotonda. Desde ésta, y siguiendo las indicaciones, hay que subir por una pendiente acentuada durante cinco kilómetros. Es habitual cruzarse en la carretera con algún burro con las alforjas llenas y con amantes de la bicicleta de montaña. En esta época del año, la carretera se encuentra salpicada por la aceituna que cae por el peso de las ramas de olivos.

- Qué ver. El último trayecto de la excursión, el descenso por la carretera de Mancha Real y Pegalajar, guarda una sorpresa. Se trata de la Cueva del Majuelo, que durante mucho tiempo sirvió para guardar el ganado, y que hoy está reconvertida en uno de los restaurantes con más encanto de la provincia. Esta cueva, que se adentra en las entrañas de la tierra, se presenta como una tentación a la que es imposible no sucumbir por sus grandes dimensiones, su carta gastronómicas y porque, si hay suerte y Francisco Aguilar, un gran conocedor de la comarca, está por ahí, puede acercar al turista hasta la Cueva de Aro, llena de estalagtitas y estalagmitas. Ya en el pueblo es de obligatorio cumplimiento pasear por las huertas de Pegalajar, declaradas Lugar de Interés Etnológico y Paisaje Agrario Singular. Esta zona de regadío, explotada desde época árabe, conforma un paisaje de bancales de piedra , que aprovechan la pendiente, con una gran red de canales y acequias que constituyen una colosal obra de ingeniería.

- Alternativas. Una opción para conocer más los alrededores es ir a La Guardia con la bicicleta de montaña, saliendo del pueblo, en dirección hacia la N-323.

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