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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Grecia cierra capítulo

Grecia acaba de cerrar uno de los capítulos más enigmáticos de su historia reciente con la cascada de condenas -hasta 55 cadenas perpetuas- recaída ayer sobre los cabecillas del grupo terrorista 17 de Noviembre. Esta banda de extrema izquierda, furibundamente antioccidental, ha sido durante 27 años la guerrilla urbana más afortunada de Europa. Ninguno de sus miembros había sido capturado hasta el verano de 2002, tras más de una veintena de asesinatos y decenas de atentados con explosivos.

La impunidad con que ha operado durante más de un cuarto de siglo una red de pistoleros entre cuyas víctimas predilectas se cuentan diplomáticos, miembros de servicios secretos y militares occidentales ha despertado todo tipo de especulaciones. Funcionarios de EE UU han afirmado que anteriores Gobiernos socialistas obstaculizaron las investigaciones. Aún hoy los sondeos ponen de relieve un antioccidentalismo militante en sectores residuales de una sociedad en la que una parte de la izquierda retuvo un cierto gusto por la violencia tras la dictadura de los coroneles, entre 1967 y 1974.

El desmantelamiento de la banda debe mucho a la casualidad en forma de explosión prematura del artefacto que iba a detonar, el año pasado en el puerto de El Pireo, uno de los ahora condenados a cadena perpetua. Y otro tanto a la presencia continuada en Grecia de equipos policiales de Gran Bretaña y EE UU. La preparación de los Juegos Olímpicos de Atenas para el próximo verano ha incrementado las presiones sobre un país que se ha ganado a pulso su reputación de pasividad. Atenas, que aprobó hace dos años una nueva ley antiterrorista, lleva gastados 650 millones de euros para hacerse inexpugnable ante la cita olímpica.

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La liquidación del expediente 17-N es una bendición para Grecia, el Gobierno socialista de Costas Simitis y sus socios internacionales. La sentencia de ayer no sólo representa el final de un grupo terrorista misterioso, duradero y aparentemente invulnerable. Ejemplifica también el cambio de una cultura política excesivamente tibia frente a uno de los fenómenos más repugnantes de nuestro tiempo.

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