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Reportaje:

La Vuelta de los descubrimientos

La carrera ciclista será en 2004 un muestrario de recorridos alternativos y puertos de todo tipo lejos de los sitios tradicionales

Carlos Arribas

Existe la España de la Guía Campsa, la España de las autovías y la de la recta como camino más corto entre dos puntos, la España de las prisas y los atajos, y existe la España de la Guía de alojamientos rurales, la España de las carreteras secundarias, las curvas, los pueblos y los rodeos, la España que gusta a quien se enriquece en el camino. Y existe España, una España ciclista amante de los escaladores y los ciclistas de ataque, de las tácticas arriesgadas, del todo o nada.

La Vuelta, la carrera que se ha especializado en los últimos años en duelos denodados entre los ídolos locales, ha estado alternando últimamente recorridos con homenajes a las rectas sosas con sabrosos descubrimientos, deliciosos para los aficionados, espectaculares, llamados Angliru, Aitana, Covatilla o Pandera. Pero la de 2003, que se resolvió, pese a todo, de forma espectacular, en los dos últimos días, pareció marcar un inevitable camino de monotonía, un punto de no retorno. Sin embargo, rizando el rizo, rozando la cuadratura del círculo, la gente de Unipublic, en un giro de 180 grados, se ha sacado de la chistera, de la guía de los caminos menos trillados, una en 2004 exagerada y apabullante, la más montañosa de los últimos años, y ello, lo que la hace todavía más extraordinaria, sin tocar ni los Picos de Europa -Lagos de Covadonga o Angliru- ni los Pirineos, las tradicionales reservas montañosas de la ronda española.

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"Demasiados alicientes", dijo, extasiado, Eusebio Unzue, el director del equipo Illes Balears-Banesto, con la cara del glotón al que le ofrecen una docena de pasteles libres de gasto. "Tiene pinta de ser muy duro", dijo Isidro Nozal, el bárbaro cántabro que perdió la Vuelta de 2003 en Navacerrada y Abantos. "Es una gran Vuelta para escaladores. Hay puertos en abundancia", dijo Iban Mayo, el vasco indomable que voló en l'Alpe d'Huez en el último Tour. "Es durísima", sintetizó Óscar Sevilla el escalador manchego que el próximo año correrá en el Phonak, suizo. "No hay Pirineos, pero hay puertos que no tienen nada que envidiar a los de los Alpes, añadió Johann Bruyneel, el director del US Postal. "Hay muchos finales en alto, ningún día para relajarse, y es muy dura", explicó Roberto Heras, el triunfador de 2003, el hombre que ha abandonado al estadounidense Lance Armstrong para intentar en el Liberty un increíble doblete Tour-Vuelta.

Hacía tiempo que las opiniones sobre un trazado de la Vuelta a España no eran tan unánimes y positivas.

Arriesgado y atípico

Las contrarrelojes llanas serán cortas. La cronoescalada será larga, en comparación. Las etapas de montaña, sin grandes colosos, serán abiertas y tácticas, plagadas de lugares propicios para la emboscada, las que necesitan buen juego de equipos, buena dirección desde los coches. Al espectáculo por la acumulación.

Sin Asturias, Cantabria ni Pirineos, la Vuelta de 2004, que partirá de León con una contrarreloj por equipos el sábado 4 de septiembre, encontrará su territorio de expresión montañoso en la Comunidad Valenciana, que se recorrerá exhaustivamente de norte a sur con progresiva suma de puertos y montañas, sin olvidarse de nadie. Un recorrido arriesgado y atípico en el que hasta las etapas de transición prometen dureza.

Comenzará la montaña tan pronto como en la quinta etapa -después de atravesar la Meseta y Aragón en línea recta y a toda velocidad empujados por el viento-, con espectacular final en Morella (Castellón). Al día siguiente, el traslado a Castellón no ha obviado el paso por el Desierto de Las Palmas, el puerto sobre La Plana en el que el suizo Tony Rominger a punto estuvo de abandonar tras caerse en la Vuelta de 1992.

Tres días después, y tras la primera contrarreloj, el día más llano, 40 kilómetros en Valencia, llegará la primera etapa reina, una jornada que atravesará territorio Belda. Será el día del alto de Aitana, el día de las carreteras estrechas y pestosas, de firme arrugado, el día del descubrimiento de Torremanzana, el puerto que asusta a Vicente Belda, uno de los siete puertos del día, un alto cada 24 kilómetros. Alicante se terminará de destripar el día siguiente, con la subida corta y explosiva al Xorret de Catí, el puerto que inauguró el Chava Jiménez hace cinco años, en su plenitud ciclista.

El siguiente núcleo duro de la Vuelta se sitúa en Andalucía oriental, entre Almería, Málaga y Granada, en Sierra Nevada, que se sube por delante y por detrás, por el norte y por el sur. Por el sur, por la vertiente almeriense, se ascenderá en la 12ª etapa, que terminará en el observatorio astronómico hispano-alemán de Calar Alto, a 2.168 metros. La etapa será pejiguera, pues antes de atacar al gigante desconocido se subirán otros dos puertos de primera. Después de llegar a Granada por la vía difícil, ascendiendo el puerto de Monachil procedentes de Málaga, los corredores se enfrentarán el tercer domingo de la Vuelta a la jornada que según muchos, según Joseba Beloki y Heras, por ejemplo, decidirá la carrera: la cronoescalada de Sierra Nevada por Monachil y El Purche, 29 kilómetros, más de una hora de esfuerzo solitario que asegurará más diferencias entre los mejores que los 41 kilómetros llanos de Valencia.

El último cogollo será el de la sierra de Gredos y la sierra de Navacerrada, cuatro días consecutivos con puertos de primera a las puertas de Madrid. El miércoles será la Covatilla, la estación de esquí sobre Béjar y Candelario; el jueves, camino de Ávila, los habituales Peña Negra, Serranillos y Navalmoral; el viernes, el espectacular Abantos antes de llegar a Collado Villalba, y el sábado las tradicionales subidas a Los Leones y Navacerrada. Y, como la gula no cree en límites, para cerrar la exageración, la traca final de la contrarreloj, 30 kilómetros, por las calles de Madrid, la prueba que los organizadores esperan logre que hasta el último metro no se conozca el ganador.

Con ojos optimistas, el aficionado analiza y sueña: Sevilla contra Mayo contra Beloki contra Heras contra Mancebo contra Aitor González contra Valverde contra Nozal y, en este trazado, ¡qué Vuelta!

Con ojos realistas, el aficionado analiza y piensa: si la Vuelta es en septiembre y es tan dura, y en julio es el Tour con el que tanto se emocionan Beloki y Mayo y Heras y Mancebo y compañía, ¿cómo llegarán a la Vuelta? ¿Tendrán fuerzas y apetito para atraverse con tan duro menú como el que se les ha preparado?

¿Pero no surgen todos los años sorpresas inesperadas?

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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