"El último dinosaurio se va"
Enrique Franco, el hombre que desde una empresa familiar de publicidad sin ninguna vinculación con el ciclismo resucitó la Vuelta en 1979, anunció ayer su despedida. Lo hizo con un deje de ironía -"esto es como Parque Jurásico III", dijo; "algo así como la despedida del último dinosaurio"- mezclado con un toque de soberbia -se comparó con otros dos "dinosaurios": Vincenzo Torriani, el hombre que desde la Gazzetta dello Sport refundó el Giro en la posguerra convirtiéndolo en la caravana de la alegría, el anuncio de la reconstrucción de las regiones más pobres y las más afectadas por la II Guerra Mundial, y Felix Levitan, el penúltimo gigante que dirigió el Tour, heredero directo del asiento de Jacques Goddet, fundador de L'Équipe- y una pizquita de amenaza, como el viejo y cariñoso dictador que se resiste a abandonar el mando sin antes advertir a los pretendientes a su herencia de que estará despierto y vigilante, de que nadie podrá permitirse jugar con su obra. "Ya les he dicho que tengo pensados tres trazados para la Vuelta de 2005", anunció emocionado; "uno, normal; otro, revolucionario, y otro, superrevolucionario. Y alguno de los tres me tendrán que aprobar".
Mientras el Giro y el Tour han intentado conciliar el carácter puramente mercantil con el respeto a la cultura y las tradiciones que han convertido a ambos en parte del patrimonio cultural de Italia y Francia, Franco, quizás por la falta de tradición de la ronda española, no dudó en lanzar la Vuelta a la vanguardia del comercialismo sin ambages.
Dimitió Franco de los principales cargos ejecutivos de Unipublic dejando abierta la lucha por la sucesión en una firma que se ha engrandecido con la Vuelta. La deja tras haber firmado la renovación con TVE para su retransmisión. Deberá asumir el poder, en teoría, la siguiente generación de las familias propietarias de Unipublic.
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