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Columna
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Amores ecológicos

Greenpeace ha elaborado un decálogo para hacer el amor ecológicamente. De entrada, no hay que comer frutas o alimentos transgénicos porque sabido es que cuando los amantes se disponen a la faena lo que más piensan es en comer y, claro, como lo transgénico guarda alguna relación con lo genital en tanto que lugar de lo genético, los alimentos manipulados podrían producir gatillazos. O cosas peores, como cuernos, me refiero a cuernos verdes fosforito. Greenpeace recomienda igualmente que no se utilice el marisco como afrodisíaco, sino bebidas y hierbas amazónicas, porque la captura del marisco pone en peligro el mar, en cambio la captura de hierbas con fines amorosos no pone en peligro la selva del Amazonas. Intimar duchándose juntos o sin luz, que es otra de las propuestas, más que ecológico parece absurdo, porque si los amantes ya venían duchados, ¿no supondrá un dispendio ducharse otra vez? Y si no venían duchados, ¿no será más bien guarro que erótico limpiarse juntos?

En fin, que no resulta fácil el amor ecológico, pero supongo, querido lector, que estará preguntándose a estas alturas qué tiene que ver todo esto con ETA, porque, confiese, se lo ha preguntado. Pues bien, bastante. Para empezar, ETA nos concierne a todos, como las prácticas amorosas, y, en segundo lugar, ¿no será más ecológico hacer el amor que no la guerra y más si es tan sucia? Hacer el amor o la limpieza. Las últimas capturas ocurridas en Francia han debilitado mucho a la banda y le someten a otro tipo de debilidad, la de desgastarse renovándose internamente y con la certeza de que cada vez duran menos los aparatos que renueva. La sombra de la policía debe de pesar sobre ellos a cada movimiento: moverse puede suponer la cárcel. Pero, ¿qué sería una organización terrorista que no se mueve? Y aunque se mueva, ¿con qué se mueve? La operación policial puso de manifiesto que no hay más que unas decenas de activistas en la banda. No miles, ni centenares, sino unas decenas.

Esto se compadece mal con la idea que tienen los fanáticos que les siguen y les adoran tomándoles por el ejército de salvación del Pueblo Vasco. Puede que el saberlo no ayude a que se desfanaticen, pero tendrán que rendirse a la evidencia de que cada nueva captura irá disminuyendo en un porcentaje altísimo los efectivos de la banda. Por no mencionar que un número limitado y bajo de efectivos supone que la organización pueda extinguirse en un plazo relativamente corto, máxime cuando resulta cada vez más difícil sustituir a los apresados. ¿Quién va a poder certificar, para entrar en ETA, que lleva un año en la kale borroka si no existe prácticamente kale borroka? Arnaldo Otegi quiere tranquilizarse y tranquilizar a los suyos jurando que Aznar no va a derrotar a ETA porque "la historia demuestra que eso no ha sido posible". Desde luego, el que no se consuela es porque no quiere, pero, ¿no se da cuenta de que cuando eso ocurra, la historia dirá otra cosa?

Resulta ocioso repetir que aún débil y al borde de la extinción ETA puede hacer mucho daño, pero la esperanza en que no pueda hacer daño nunca más está ahí. Se trata ahora de una cuestión de oxígeno. El PNV había dado un paso en la buena dirección no queriendo admitir una ley de Universidades apoyada por Batasuna, pero se ha vuelto atrás. Claro que también Imaz le pidió al PSOE que se saliera del pacto antiterrorista. Y Arzalluz proclamó el heroísmo de Atutxa con las SA. Tienen que comprender todos, desde Ibarretxe a Egibar pasando por la Errazti, que aislando a ETA y derrotándola ganamos todos. No vaya a pasar la de los condones. ¿Recuerdan? El Gobierno vasco impulsó una campaña de amor limpio, ecológico cabría decir, y en vez de aconsejar que no se debían quemar, enterrar ni tirar los preservativos por el WC dijo lo contrario, o sea, que había que enterrarlos, quemarlos y tirarlos por el WC. Un error de traducción del euskera al castellano tuvo la culpa. Obras son amores (ecológicos) y no buenas razones (transgénicas, o así).

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