Buenos tiempos para la izquierda
El autor propugna una amplia colaboración de IU con fuerzas de izquierda, nacionalistas y ecologistas para derrotar al PP en las urnas.
Tras las elecciones del pasado mayo, la sociedad española inició un giro electoral que comenzó a trasladar a las urnas el impulso social de las movilizaciones que denunciaron en la calle la guerra de Irak, la catástrofe medioambiental del Prestige, el retroceso social de la política laboral del Gobierno y la involución de una reforma educativa que sacó a la calle a decenas de miles de jóvenes. Ahora bien, el avance electoral de la izquierda, como reflejo social de la contestación al Partido Popular, se está trasladando más lentamente de lo deseado a las instituciones. Además, se han añadido factores que han limitado el éxito de la izquierda en estos últimos meses.
Las oscuras maniobras en la Comunidad de Madrid de dirigentes y "amigos" del Gobierno para cambiar los resultados electorales y "dar una segunda oportunidad" a la derecha, ayudados, eso sí, por la desorientación de una parte de la dirección del PSOE, constituyen el ejemplo palmario de esta situación.
En consecuencia, el mapa resultante tras las elecciones del pasado mayo tuvo un reflejo menor en las urnas de la realidad social que se expresó en la calle. Esta impresión poselectoral tuvo más de esbozo que de paisaje político definido, aunque dejó clara una tendencia que debemos analizar con optimismo. La configuración de un Gobierno de progreso en Cataluña, del que forma parte Izquierda Unida, ayuda afortunadamente a definir mejor alguno de esos trazos que perfilan ya el papel de la izquierda hoy en España y su futuro inmediato de cara a las elecciones que tenemos en puertas.
Esta etapa, caracterizada por un nuevo ciclo social muy activo y donde el protagonismo ha sido de los movimientos sociales, los sindicatos y los jóvenes, principalmente, exige de las fuerzas políticas de la izquierda un compromiso político de implicación y renovación para atender las demandas de la calle en las instituciones. La implicación se facilita en la medida en que tanto desde la oposición a la derecha del PP como desde el compromiso de aquellos gobiernos de izquierda en los que participamos sepamos canalizar y demostrar que además de ser diferentes hacemos cosas diferentes y las sabemos hacer de otra manera.
La alternativa a Rajoy-Aznar no es una izquierda debilitada y atemorizada que disputa su espacio al PP para ser la cara amable del centro. Más bien debemos presentarnos ante la sociedad con una propuesta clara y plural desde la izquierda que trabaje más por fomentar la participación de nuevos votantes y de amplios sectores de la izquierda que hoy todavía se asientan en la melancolía de la abstención.
Por lo que se refiere a Izquierda Unida, hemos decidido afrontar ese reto con renovada decisión. Lo hacemos certificando la culminación de una etapa que nació en 1986 e iniciando un nuevo ciclo; un nuevo comienzo, en el que claramente debemos tomar la palabra desde la izquierda. Ése es el objetivo de nuestra Asamblea Federal para consolidar un nuevo contrato social, institucional y electoral con todas aquellas personas y colectivos que demandan una izquierda que sepa ser la oposición más firme a la derecha autoritaria que representa el PP, pero también la izquierda ética y participativa que gobierna. Es lo que ya hacemos en ayuntamientos y comunidades autónomas. Y es lo que podríamos hacer, si se dieran las condiciones adecuadas, en el Gobierno de España.
La nueva Izquierda Unida que salga de nuestro congreso representa la tradición de la izquierda roja y transformadora que tanto ha hecho por las libertades en nuestro país. Pero también debe representar un nuevo compromiso con la izquierda ecopacifista y ecosocialista, con el feminismo, con la izquierda joven y con los jóvenes de izquierda. Es decir, con el principal referente de la izquierda europea que trabaja en las instituciones y en la calle por una constitución europea plenamente democrática y en favor de una alterglobalización que tenga en cuenta los derechos de los ciudadanos de la UE.
Sin duda, la defensa de los valores medioambientales que limita el modelo de desarrollo cobra un protagonismo fundamental en la propuesta nueva que diseñamos. La idea de complementar el nombre ya tradicional de Izquierda Unida con el de "Verde" es algo más que un símbolo o un cambio de imagen más acorde con los tiempos. Se trata de una apuesta, más de fondo que de forma, que refleja una conexión entre la izquierda que somos y la que surgirá a partir de esta Asamblea. Tampoco es casualidad que, por primera vez, Izquierda Unida se haya atrevido a fijar un porcentaje de jóvenes en las delegaciones que acuden a este congreso. Aquella medida que iniciamos con atrevimiento hace ya unos años para garantizar el acceso de la mujer a la dirección y a las listas electorales, hoy ya se percibe como algo habitual en muchas formaciones. De ahí nuestro compromiso para extenderla a los jóvenes. Lo veremos en la próxima dirección de IU y en nuestras candidaturas a las elecciones.
Nuestra capacidad de confrontación con el PP está fuera de toda duda y es un objetivo inamovible para esta organización. Pero quizás sea en la configuración de nuevas alianzas sociales, políticas y electorales donde se pueda visualizar mejor ese nuevo comienzo. Es aquí donde la capacidad de diálogo y gestión de Izquierda Unida puede componer, sin ánimo de engullir, una amplia colaboración con fuerzas de izquierda, nacionalistas y ecologistas que nos permita construir un bloque alternativo a la derecha en el conjunto del Estado y en todos los rincones de este país. Todo ello con un objetivo central para IU: derrotar al PP en las próximas elecciones generales. Pero no olvidamos otros retos no menos importantes, entre ellos configurar una candidatura unitaria de la izquierda española, a la izquierda del PSOE, para las próximas elecciones europeas, en las que IU debería actuar con amplia generosidad. Todo esto forma parte de esa izquierda roja y nueva a la vez, más participativa, más ética, más ecologista y pacifista, más feminista, más joven y, sobre todo, más izquierda. Una izquierda sin complejos.
La suerte es la habilidad de aprovechar las ocasiones favorables. Y en este momento tenemos una ocasión inmejorable para impulsar este proceso de renovación en la izquierda. Una renovación que motive y anime al electorado progresista de este país. Desde luego por Izquierda Unida no quedará.
Gaspar Llamazares Trigo es coordinador general de Izquierda Unida.
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