Victoria sin color
El Valencia se encuentra con tres puntos ante un Betis insignificante
El Betis no es capaz de decir nada con sentido, nada con un significado claro. El conjunto sevillano carece de materiales para construir una frase. Ahora mismo está lleno de preposiciones, inútiles por sí solas, acompañadas de algún adjetivo grandilocuente que, lejos de favorecer el mensaje, a lo mucho, lo vuelven pedante y exagerado. Con este Betis sin sustantivos, sin nombres propios, sólo podría construirse una frase del tipo: De para según austrohúngaro. Para ganar ayer, al Valencia le basto hilvanar un: Mi mamá me mima.
Víctor Fernández planteó el partido como siempre, pero le faltan Assunçao y Denilson, dos piezas sobre los que se imaginó gran parte de su discurso para esta temporada. El doble pivote lo ocuparon Ito y Arzu y sobre Capi caía la responsabilidad de hacer algo imaginativo y de nutrir a Joaquín. La cosa no empezó mal para los sevillanos. Joaquín se dejó caer un par de veces por el centro de campo y, en largo, amenazó a la pétrea defensa valencianista. Pero todo se torció antes de tener tiempo para que cuajara.
BETIS 0 - VALENCIA 1
Betis: Contreras; Varela, Juanito, Rivas, Mingo (Benjamín, min. 77); Ito, Arzu; Joaquín, Capi, Ismael (Tote, min. 57); Dani (Palermo, min. 57).
Valencia: Cañizares; Curro Torres, Ayala, Marchena, Carboni; Jorge López, Sissoko, Albelda, Vicente (Angulo, min. 65); Aimar (Baraja, min. 85), Mista (Xisco, min. 71).
Gol: M. 18. Juanito, en propia puerta, tras el saque de una falta.
Árbitro: Teixeira Vitientes. Mostró tarjeta amarilla a Contreras, Ito, Carboni, Mista y Aimar.
35.000 espectadores en el estadio Ruiz de Lopera.
Juanito clavó un golazo en su propia portería, tras el saque de un falta en la banda derecha. El Betis se perdió y el Valencia se encontró el partido en esa jugada impredecible.
Aparte de ponerle por delante en el marcador, el autogol de Juanito ayudó a que el Valencia solucionara algunos problemas que habían quedado al aire en los primeros minutos. Rafa Benítez decidió aplicar las rotaciones y Sissoko salió de titular como complemento de Albelda. Hasta que el Betis se apuñaló a sí mismo, el invento no parecía funcionar y el capitán valencianista dudaba más de lo habitual a la hora de articular el juego en la zona media.
Pero este Valencia es mucho equipo. Ayer demostró eso. Nada más. Cimentado en la infalibilidad de Ayala y su aprendiz Marchena; consolidado en el criterio para crear y destruir de Albelda, y con Pablo Aimar (¡menudo sustantivo!), no necesitó de más. Se notaba el cansancio en el conjunto valencianista tras la eliminatoria de Copa de la UEFA jugado el pasado jueves en Rotterdam. Aun así, no se desdibujó. Presionó arriba con profesional disciplina y dejó que el menudo jugadorazo argentino intentara liarla. Aimar se llevó ayer la ovación del público del Ruiz de Lopera -algo nada frecuente- cuando Benítez lo sustituyó, con el partido a punto de concluir. Un minuto antes, había hecho un delicioso regate que Xisco no supo culminar. Aimar puso el poco fútbol que se vio ayer en Sevilla. Articuló el único discurso inteligible de la tarde.
La situación del Betis es ya muy preocupante. Víctor Fernández aplicó ayer su sistema, el que sus jugadores deberían saberse de memoria. Pero las piezas no funcionan. Con Ito y Arzu, el medio centro, como mucho, puede ser un frontón. Lo de imaginar le queda entonces al enganche, un puesto para el que Víctor Fernández no ha encontrado nombre.
Joaquín tiene calidad. Mucha. Aunque corre el peligro de convertirse en un personaje de filigrana, pero sin trascesdencia alguna. Es cierto que ayer no le encontraron, que apenas le buscaron. Pero no deja de resultar extraño que tras el éxito que tuvo al comienzo del encuentro, cuando se dejó caer por el centro del campo, para, después, acercarse cimbreándose al área, no incidiera en ello. O pone al estadio boca abajo o no hace nada.
Todo lo contrario que el Valencia. Todo efectividad y sentido. Aunque cabe ponerle la pega de que, como aspirante a ganador de la Liga, no ofreciera ayer algo más de fútbol y se limitara a vivir de la desgracia del enemigo.
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