Los escenarios de Brook
El hábito hace al monje, y el escenario a la obra de teatro. Los mágicos espectáculos de Peter Brook, desde el Mahabharata hasta el Hamlet, no hubieran sido sombra de sí mismos si se hubieran representado en teatros a la italiana. Brook y su equipo rastrearon París en busca de un edificio diferente, donde los personajes de ficción y los espectadores compartieran el mismo espacio, donde el actor estuviera muy cerca del público, prácticamente en medio de él. En 1974 se encontraron con el Bouffes du Nord, teatro que llevaba 22 años quemado y en ruinas. Su autor, el arquitecto Louis-Marie Émile Leménuil, tuvo la intuición, un siglo atrás, de dibujar la platea con forma elíptica transversal, como el teatro Olímpico de Vicenza, del renacentista Andrea Palladio. Esta singularidad se ajustaba como un guante a la idea de cercanía y calidez del teatro de Brook. Allí sus creaciones crecieron. Pero, para exhibirlas en el extranjero, había que buscar espacios igual de extraordinarios: las tumbas zoroástricas de Darío, Jerjes y Artajerjes en Irán, una plataforma giratoria para ferrocarriles en Düsseldorf, un gasómetro en Copenhague, un silo en Arles, tres canteras en Aviñón, Atenas y Perh, un claustro en Lisboa... En Barcelona montó Carmen en el Mercado de las Flores, y desde entonces es un teatro. De todo esto hablan en El círculo abierto el arquitecto Andrew Todd, el propio Brook, Jean-Guy Lecat, su director técnico; sus actores y colaboradores, y un sinnúmero de buenas fotografías.
EL CÍRCULO ABIERTO (LOS ENTORNOS TEATRALES DE PETER BROOK)
Andrew Todd y Jean-Guy Lecat
Traducción de Isabel Ferrer Marrades
Alba. Barcelona, 2003
264 páginas. 43,90 euros
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