Lo que se lleva
Quedarse al margen. Para mucha gente no hay nada peor que quedarse al margen, no estar en la onda. Gente que quiere saber qué pasa, a qué sabe, cómo suena o de qué va algo. A veces, la curiosidad genera fenómenos de corte surrealista, como hacer que el pobre Mariano José de Larra llegue a número uno de las listas de libros más vendidos con su novela El doncel de don Enrique el Doliente sólo porque la prometida del Príncipe se la regaló a su futuro esposo, para celebrar su compromiso. Me alegro por Larra, aunque el hombre ha tardado un poco en tener éxito: la primera edición de ese libro es de 1834. Pero, en fin, peor son el silencio y el olvido, como él dice en uno de sus artículos de costumbres: "Yo mismo habré de confesar que escribo para el público, so pena de tener que confesar que escribo para mí".
Ahora, en esta época del año, que es el tiempo de los escaparates, las luces encendidas y los envoltorios de papel satinado, toda la ciudad se convierte en un gran comercio y la gente sale a hacer sus compras navideñas buscando, ante todo, entre los miles de regalos posibles, justo eso: lo que se lleva. Cuál es el videojuego de este año. Qué ropa está de moda. Qué teléfono móvil es el que más les gusta a los adolescentes. Alguien dijo que tener éxito es fácil, que lo difícil es merecerlo. Pero y qué: si algo triunfa, piensan muchos, por algo será.
Acabamos de saber, gracias a una guía sobre el Registro Civil que ha publicado la Comunidad de Madrid, que la moda manipula y gobierna hasta los nombres de los ciudadanos. Que hay nombres que están en candelero y otros que han perdido prestigio, como por ejemplo María del Carmen: en 1987, fueron bautizadas con ese nombre 151 niñas y en 2001 nada más que 40. Y no digamos ya Francisco José y Tamara, que en los últimos 15 años han pasado, respectivamente, de 151 a 6 y de 385 a 20. O sea, que están en peligro de extinción, como los linces; aunque lo de los linces sea, sin duda, muchísimo más preocupante.
Los nombres que predominan en la actualidad entre los madrileños son María y Paula, Alejandro y Daniel, seguidos por Álvaro, Pablo, Lucía y Laura (1.000). Éstos son los ocho que sobrepasan los mil registros en el periodo de 1987 a 2001. Son los ocho nombres que los padres eligen, por encima de cualquier otro, para sus hijos. Los nombres que de algún modo imaginan, no sé si por convencimiento o por pura superstición, que en el futuro les ayudarán a tener una vida holgada, digna y feliz. ¿Será verdad? ¿Un nombre es también una armadura, una rampa, un conjuro? No lo creo. A algunos de esos alejandros, danieles, marías, paulas, álvaros, pablos, lucías y lauras les irá bien y a otros no tanto. Quizá los últimos se pregunten acerca de sí mismos lo que le preguntaba Rafael Alberti a su camarada Pablo Picasso en Los 8 nombres de Picasso, uno de sus poemas más divertidos: "¿Qué hubiera sido de ti, Pablo, / si de entre los ocho nombres / con que fuiste bautizado / hubieras preferido al de Pablo Picasso / el de Diego Picasso, / al de Diego Picasso / el de José Picasso, / al de José Picasso / el de Francisco de Paula Picasso, / al de Francisco de Paula Picasso / el de Juan Nepomuceno Picasso, / al de Juan Nepomuceno Picasso / el de María de los Remedios Picasso, / al de María de los Remedios Picasso / el de Crispín Picasso, / al de Crispín Picasso / el de Crispiniano de la Santísima Trinidad Picasso? / ¿Cómo hubiera pintado Diego Picasso, / cómo José Picasso, / cómo Francisco de Paula Picasso, / cómo Juan Nepomuceno Picasso, / cómo María de los Remedios Picasso...", y así hasta completar una retahíla genial.
La ciudad y las modas. Tal vez todo esto no sea más que otra expresión de la falta de originalidad de estos tiempos globales y uniformes en los que la mayoría es obligada a pensar que siempre es mejor repetir modelos que crearlos, sumarse a otros que buscar un camino personal. Hombre, eso sí, peor están en Cuba, donde a la gente le ha dado por llamarse Usnavi Gómez o Usarmi Martínez. Ya saben, por US Army y US Navy. O sea, que ni una cosa ni la otra. Aunque, bueno, tal vez esos nombres les ayuden a triunfar y, si consiguen llegar a Miami, les consigan un empleo. Porque, vamos, supongo que llamándose de ese modo, en el Ejército de Estados Unidos, entran seguro.
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