El Milan y la suerte
Fue un gol extraordinario. El balón voló veinte metros a velocidad de obús, en los diez restantes adoptó el giro perverso de la folha seca y pasó entre los tres palos como un suspiro de aire frío. Bucci, el arquero del Empoli, no se movió siquiera, hipnotizado por el prodigio. A falta de 10 minutos, el jovencísimo Kaká dio una nueva victoria al Milan y mantuvo a su equipo en la cabeza de la clasificación. De un partido gris, que debía haber acabado con empate a cero y entre bostezos, los rojinegros sacaron, gracias a un rasgo de talento y de fortuna, tres puntos: ya son 30 en doce partidos, una racha que no logró ni el gran Milan de Baresi y Van Basten.
El Milan, que no juega bien, demostró una vez más que tiene a la suerte en plantilla.
La suerte, es verdad, se busca. Y hubo que ir a Brasil a buscar a un chaval de 20 años como Kaká, un anti-Rivaldo por alegría y sociabilidad; llevarlo a Milán y apostar por él. También es verdad que Carlo Ancelotti acertó al retirar a Pirlo en el minuto 29 de la segunda parte e introducir a Kaká con la orden de disparar desde lejos. Pero aquel tiro remoto podría haberse desviado unos centímetros, o unos metros, y no lo hizo. Al Milan le salen bien las cosas.
Incluso la marcha de Rivaldo ha estado envuelta en fortuna: la baja voluntaria -y agradecida por la grada- del ex barcelonista ha ahorrado unos cuantos millones a la sociedad de Silvio Berlusconi.
La fuerza del Milan está en la defensa. Y ahí también hay suerte, en forma de longevidad insólita. A la edad en que otros se jubilan, Maldini ha alcanzado el nivel mayestático de los realmente grandes y parece controlar el balón por telepatía. Con otro anciano, Costacurta, por la derecha; con Pancaro, que no es viejo pero lo parece, por la izquierda, y con Nesta como secretario y sucesor, Maldini ejerce de rey: el Milan lleva siete partidos sin recibir un gol.
El Milan ganó en mayo la Champions; por penaltis y sin grandeza, pero ganó. El próximo fin de semana estará en Yokohama para disputar al Boca Juniors la Copa Intercontinental. Y encabeza la clasificación italiana pese a la baja de Inzaghi y la mediocre temporada de Shevchenko.
Al fin y al cabo, el Milan es de Silvio Berlusconi. Y, si un hombre como Berlusconi ha llegado donde ha llegado, ¿cómo podría fallarle la suerte a su equipo?
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