Última oportunidad
El presidente del Gobierno español, José María Aznar, está a punto de cerrar su mandato tal y como lo empezó, esto es, celebrando una cumbre bilateral con Marruecos, país que visitará esta semana. La cita es en Marraquech y a la misma acude con la voluntad de cerrar la más grave crisis surgida en las relaciones entre ambas naciones y que tuvo su máximo exponente en el contencioso sobre el islote de Perejil. Nada más llegar a la jefatura del Gobierno, como marca la tradición diplomática, el mandatario español inició su primera legislatura desplazándose a Rabat. Entonces no quiso Aznar que su encuentro con Hassan II fuera de mera rutina y, envalentonado por lo más duro de la clase empresarial patria, hizo un gesto de fuerza tachando de moroso al Estado marroquí, algo que, más tarde, se comprobó totalmente contraproducente y como un exceso gratuito de beligerancia por su parte, hasta el punto de que nunca llegó a desbloquear debidamente este conflicto. Se vino con las manos vacías y con un vecino muy molesto, tanto que se echó en brazos de los inversores franceses.
La situación ha cambiado bien poco. Ahora, con Mohamed VI en el poder, se nos quiere presentar esta reunión como la que va a solucionar de un plumazo todos los viejos problemas existentes, incluido el de la inmigración ilegal. El flamante secretario de Estado para Asuntos de Extranjería, Gonzalo Robles, ya se ha estrenado en el cargo anticipándose y ha avanzado acuerdos para la repatriación de menores e incluso de subsaharianos. Unos anuncios que siempre han de ser bienvenidos en Andalucía por las repercusiones que tiene en ésta tierra el fenómeno de tráfico ilegal de personas.
Sin embargo, conviene esperar al final de la Cumbre para conocer sus resultados concretos: no sería la primera vez que los españoles nos vamos de vacío de un encuentro de este tipo que se carga en demasía de expectativas que luego no se ven confirmadas por la realidad. Así que Aznar se enfrenta a su última oportunidad para dejar, al menos, este asunto bien resuelto por la cuenta que nos trae a los andaluces.
Arenas y Montoro
Lo de acusar de moroso al vecino parece el deporte nacional si se tiene en cuenta el afán del vicepresidente segundo, Javier Arenas, de tratar de poner en evidencia a la Junta de Andalucía desvelando lo que supuestamente adeuda la Administración andaluza a la Seguridad Social. Maneja siempre números en un sentido pero no en el otro: lo que su Gobierno debe a los andaluces. En un ejercicio anterior salió perdiendo y con el paso del tiempo, esta vez, ocurrirá otro tanto de lo mismo.
Para este martes se espera una nueva visita suya, sin que ya nadie espere que dé cuenta de la oferta a la que se comprometió en su día para saldar las diferencias que en materia de financiación se mantienen entre Moncloa y San Telmo. Sus desplazamientos a Andalucía, cada vez más, causan una mayor indiferencia. Lo contrario de lo que ocurre con su colega de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien resalta abiertamente cómo la economía andaluza crece de forma constante por encima de la media española y europea, torpedeando seriamente el discurso que mantienen los suyos aquí.
Es la mejor munición a la que puede acudir, sin duda, el presidente andaluz, Manuel Chaves, en la última sesión de control del año que se celebrará en el parlamento andaluz, cuando la jefa de la oposición, Teófila Martínez, le pregunte por el grado de cumplimiento de los compromisos asumidos durante su discurso de investidura. A la Cámara enviará, además, el Consejo de Gobierno de este martes el documento sobre la Segunda Modernización.
Y en el próximo fin de semana, la 14ª Asamblea de IU de Andalucía. Se espera que Diego Valderas salga reelegido como coordinador general con más apoyo todavía con el que llegó. A pesar de que los críticos lucharán por tener un espacio propio. Encabezados por el jiennense Javier Aguilera, éstos deberán hacer frente a una advertencia que emana del sector triunfador: se acabó la dialéctica de gobierno-oposición en el seno de la organización, todos tienen que ir a una para reforzar el papel de un Valderas que ya tiene tomada la decisión de presentarse por Huelva como candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía.
Mientras tanto, sorprende el silencio de Luis Carlos Rejón, que abrió la pelea de forma muy bronca con fuertes descalificaciones e insultos a sus contrincantes, incluido el propio Valderas. Probablemente, tan pacífica actitud tenga algo que ver no ya con la sorprendente deserción de su líder, Concha Caballero, sino más bien con el temor que alberga a que sea descartado para las listas al Congreso de los Diputados por Córdoba, si sigue con su díscola actitud.
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