El PRI mexicano se desgarra

La crisis en la dirección del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) es abierta, complica la gobernabilidad de México y demuestra que el primer partido del país no ha superado la dispersión interna causada por la pérdida de la presidencia en las generales de julio de 2000. Sin su concurso, los cambios de la transición propuestos por el Gobierno serán imposibles. La secretaria general, Elba Esther Gordillo, recurrirá ante los tribunales su destitución como coordinadora de los diputados, acusada de complicidad con las tesis del Ejecutivo de Vicente Fox en la discusión de la reforma fiscal. El PRI se dividió en dos facciones parlamentarias.

El contraataque fue inmediato y la coordinadora expulsada, que no acepta su destitución, promueve ahora, junto con legisladores y gobernadores afines, la caída en desgracia de Roberto Madrazo, presidente del partido, a quien acusan de haber mentido, no ser capaz de cohesionar el movimiento que fue régimen durante 70 años y de maniobrar en función de sus aspiraciones a la candidatura presidencial del PRI en las elecciones de 2006. "Si en una situación de esta naturaleza falla la conducción del partido", reaccionó el gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, "tendríamos que pensar muy seriamente si es el tipo de dirigencia que requiere el partido". El PRI cuenta con 15 de las 31 gobernaciones estatales de México.

Un miembro de la vieja guardia, Emilio Chuayffet, que fue gobernador del Estado de México y secretario de Gobernación durante el primer tramo de la presidencia de Ernesto Zedillo (1994-2000) fue elegido nuevo coordinador por 118 diputados. El PRI tiene 222 de los 500 escaños de la Cámara. Ciento cuatro legisladores leales a Gordillo no acudieron a la reunión en la que se votó la salida de la maestra, que controla el principal sindicato de maestros de México. "Unidad, unidad", gritaba un grupo de legisladores. No es probable en una constelación política tomada por los intereses corporativos, los rencores y las ambiciones y las diferencias ideológicas.

"No puede tomar posesión el grupo de Chuayffet; yo soy la coordinadora. Hay que solucionar esto de manera política y que no se viole la soberanía de la facción priísta, porque también se afecta a un poder", reiteró Gordillo. Sus adversarios aprovecharon para apartarla del cargo una polémica propuesta supuestamente negociada por su grupo con la Secretaría (ministerio) de Hacienda: gravar con un 10% a los empresarios de los sectores farmacéutico y alimentarios en lugar de imponer el impopular IVA del 10%, establecido en el proyecto del Ejecutivo, a alimentos y medicinas. Se trata del aspecto más controvertido de una reforma fiscal aparentemente abocada al naufragio.

"Gordillo traicionó al partido, a sus ideales, a sus militantes y a sus líderes", bramó el diputado Pablo Ramírez. Chuayffet insistió en que nada puede ser negociado con el Gobierno sin un acuerdo previo dentro del partido. Madrazo avaló la propuesta consensuada con Hacienda y asistió a las reuniones donde se analizaron sus detalles, según Gordillo. El jefe priísta había manifestado que un grupo de militantes le cuestionó las negociaciones de algunos legisladores (en referencia a Gordillo y su equipo) con las autoridades de Hacienda para diseñar nuevas formas de aumentar la recaudación tributaria.

"Me han dicho que ningún partido de oposición le hace el trabajo impositivo al Gobierno, y tienen razón", declaró en ese momento el presidente del PRI. El miércoles insistió en que no debe permitirse "que intereses ajenos a nuestro partido quieran adueñarse de la bancada del PRI". La crisis no sólo coincide con los debates sobre la reforma fiscal, sino también con la discusión del presupuesto de 2004, que debería aprobarse antes del día 31. Las convulsiones paralizan el Congreso desde hace diez días, inquietan a los empresarios y tienen efectos financieros: el peso sigue depreciándose frente al dólar y suben los tipos de interés.