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Reportaje:

La hora del 'hoyico'

Un grupo de escolares de Jaén recoge simbólicamente aceituna para conocer la cultura del olivar

Los alumnos de sexto de Primaria del colegio Miguel Hernández de Castillo Locubín (Jaén) olvidaron por un día las mochilas y los libros en casa. En su lugar, cogieron rastrillos, varas y espuertas. La indumentaria tampoco era la habitual. Gorra y mono oscuro de trabajo, para ellos. Las niñas, refajos (faldas largas para evitar el frío), delantales o mandiles (para no ensuciarse) y algún que otro pañuelo sobre la cabeza para resguardarse del frío. Con toda los aperos y el uniforme correspondiente, cerca de 50 niños y niñas de 12 años participaron, durante la mañana de ayer, en un acto simbólico de la recogida de la aceituna, en una decena de olivos centenarios situados dentro del complejo polideportivo de Las Fuentezuelas, de Jaén capital. Con esta actividad, la Delegación de Educación quiso sensibilizar y dar a conocer la cultura del olivar entre los más pequeños de la provincia.

Sin embargo, Ana Belén Conde y Elena Castillo, como el resto de los alumnos del colegio, tenían la lección bien aprendida. "Es lo mejor del mundo porque es bueno para la comida y para la salud", afirmó rotundamente Elena. "También da mucha energía", añadió uno de sus compañeros, mientras barría para hacer montones con las aceitunas caídas .

También saben que la recogida de la aceituna es "muy dura". La mayoría acompaña a sus padres los fines de semana a los olivos que tiene la familia, "siempre que no haya que estudiar", aclararon. Sólo había un niño que, hasta hace dos años, no "tenía ni idea" de lo que era un olivo ni de lo "importante" que es su fruto. Éste era Jonathan y llegó desde Ecuador con sus padres hace dos años. Ahora ya es un experto y lo sabe todo del cultivo y la producción del aceite de oliva. Aunque él, al igual que el resto de sus amigos de clase, no se imagina de mayor trabajando en el campo. Jonathan sueña con ser futbolista, mientras otros compañeros quieren ser veterinarios, maestros o policías.

"Lo peor es el frío, sobre todo, cuando ha helado", señaló Francisco Cordón. Sin embargo para Elena, lo más duro es estar de rodillas rebuscando la aceituna, "porque aunque lleves rodilleras te haces daño", explicó.

Pero cuando los niños tuvieron que elegir "lo mejor" de ir en pleno invierno al campo para recoger la aceituna, todos lo tuvieron claro: "La hora del hoyico". Es el momento en el que la cuadrilla se reúne para sacar de sus capachas y alforjas de esparto, hechas a mano, el bollo de pan al que le hacen un agujero para echarle aceite. "Está riquísimo", exclamaron los niños, quienes afirmaron con orgullo que "no desayunan ni meriendan bollería industrial".

Ana Belén añadió que para acompañar al hoyico, también se suele llevar aceitunas machacadas de cornezuelo y aliñadas, unas con sal y otras con sosa. "Si se ha hecho matanza, se echa a la merienda algún chorizo y, cuando está cerca la Navidad, también se llevan mantecados", añadió Ana Belén.

Para el profesor, José María Peinado, el objetivo es de esta actividad es "dar una clase práctica y simbólica sobre la recogida de la aceituna, sobre todo, ahora que acaba de empezar la campaña".

Con esta actividad, los escolares complementan lo aprendido en clase y en la visita que realizaron, hace unos meses, a una cooperativa de aceite.

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