Hispano-culebrones
Las tardes de La Primera de TVE se han convertido en un parque temático del culebrón hispanohablante. Tras el éxito de Gata salvaje, con su excepcional desfile de cuerpos, y la dignísima Luna negra, llega Machos, telenovela de producción chilena. El primer capítulo contenía la pólvora melodramática suficiente para saciar al espectador ávido de alta tensión. Histriónicamente caricaturesca, con una banda sonora estruendosa y rompedora, Machos trata de la torrencial virilidad de los Mercader, padre e hijos. Presuntos homosexuales que luego no lo son tanto, alcohólicos en ciernes, mujeriegos compulsivos o adúlteros sistemáticos, todos arrastran los tópicos de su género. Aunque se aprecia cierto esfuerzo por modernizar los cánones de la telenovela tradicional se acaba recurriendo a los conflictos de siempre: traición, rencor, envidia. Actualizados, eso sí, con personajes femeninos más desacomplejados y menos dóciles, capaces de imponer sus deseos de independencia o de ser tan malos como los peores hombres. Pero la forma de presentar este argumento se concreta en escenas con prometedores primeros planos entre padres e hijos enamorados de la misma mujer, mucha seducción visual y todas las variantes para crear esa dramática confusión entre interés y hormonas. A veces, los primeros planos requieren de un gran esfuerzo por parte de los actores, empujados por una banda sonora tan excesiva que les obliga a mantener muecas de cine mudo. Otro aspecto importante: el look, más moderno que otros parientes de género, con unos Mercader que, según cómo, recuerdan a los mafiosos de Reservoir dogs. Y es que Machos parece concebido por una mente que intenta hacer compatibles las pretensiones amorales de un Tarantino o de un Robert Rodríguez con la esencia más ancestral del folletín.
En Antena 3, mientras tanto, apuestan por una versión venezolana de más de lo mismo. Mi gorda bella exprime por enésima vez el cuento de El patito feo y nos presenta un mundo corrompido por la ambición y la maldad en el que una pobre chica, Valentina, deslumbra por su candor y naturalidad. El romanticismo dulzón y un sentido del humor discutible lastran la serie. Si a eso le añadimos la poca verosimilitud de la caracterización de la falsa gorda, tenemos a una mediocre versión de Betty la fea pero sin aquellos inolvidables destellos lingüísticos. Lo mejor son las villanas, en este caso una mujer adicta a la cirugía estética que, además de beber mucho y desplegar un asombroso catálogo de escotes, suelta enigmáticos mensajes como: "No sé, no sé, y no sabes hasta qué punto me amarga no saber".
[Machos fue seguido el pasado lunes, día de su estreno, por una media de 2.846.000 espectadores (28,9% de cuota de pantalla), frente a los 1.708.000 (14,4% de share) que prefirieron la sobremesa de Antena 3 con Mi gorda bella].
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.