Mucha voluntad, pocas esperanzas
Hoy se presenta en Ginebra el primer acuerdo entre pacifistas israelíes y palestinos sin contar con ningún apoyo oficial
Ginebra será escenario hoy de la presentación de un novedoso acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, tanto por el contenido como por el modo en que ha sido gestado. Diversas personalidades internacionales darán su respaldo a un proyecto propuesto por el ex ministro israelí Yosi Beilin y el palestino Yasir Abed Rabbo, en el primer intento por poner fin a 55 años de conflicto árabe-israelí al margen de los cauces oficiales.
Tomando como base las resoluciones de la ONU y las fronteras de 1964, los 16 puntos y 42 folios de los que constan los Acuerdos de Ginebra detallan muchas cuestiones espinosas que hasta ahora han supuesto un escollo insalvable en diversas negociaciones, como la división de Jerusalén -con un reparto de partes de la ciudad vieja bajo soberanías diferentes y presencia y vigilancia internacional- o el regreso de un millón de refugiados palestinos. Este retorno implica el derecho a elegir el lugar donde se va a producir o, de ser imposible, a una indemnización. También resuelve, sobre el papel, indemnizaciones para ciudadanos y gobiernos afectados por las guerras libradas por árabes e israelíes.
Para dejar las cosas claras desde el principio, el artículo 1 destaca que los acuerdos son permanentes y que ponen fin a todas las reclamaciones entre palestinos e israelíes. "El problema es la diferente percepción del conflicto entre ambas partes", destaca Pini Meidan Shani, consejero de Defensa del ex primer ministro laborista israelí Ehud Barak. "Los israelíes tememos que un acuerdo permanente se convierta en sólo provisional, mientras que los palestinos temen que un acuerdo provisional sea permanente. La cuestión clave es si la comunidad internacional está realmente interesada en poner su esfuerzo y su dinero para solucionar el conflicto", añade.
Sin embargo, el documento, del que en Israel ya se han repartido más de dos millones de copias, deja pendientes cuestiones fundamentales como el reparto del agua, las relaciones económicas y la cooperación judicial (artículos 12, 13 y 14). Resalta que Palestina será un Estado desmilitarizado, que Israel desmantelará todos los asentamientos en Cisjordania y Gaza, y que se desplegará una fuerza multinacional que colaborará con un Comité de Seguridad Conjunto formado por palestinos e israelíes.
La presentación de los acuerdos tiene un perfil bajo respecto a políticos en activo y, aunque contará con grandes figuras de la esfera internacional, como los ex presidentes de Suráfrica Nelson Mandela, y de Estados Unidos Jimmy Carter, la organización ha tratado de evitar los grandes fastos. Ni siquiera está previsto que se produzca firma alguna, tanto por no estar totalmente cerrados los acuerdos como por ser un documento sin rango oficial.
"Existe un acuerdo que han alcanzado las fuerzas civiles de ambos países. Éste es el camino de la paz y demuestra que la resolución de los problemas no es un asunto exclusivo de los políticos y, aunque yo sigo aceptando la Hoja de Ruta, las opiniones públicas de ambos países están más cerca que nunca de un acuerdo de paz", señala Bernard Kouchner, fundador de Médicos Sin Fronteras y ex administrador de la ONU en Kosovo. Más pragmático se muestra el ex ministro de Exteriores israelí Shlomo Ben Ami, para quien "la cuestión no es buscar el mejor acuerdo posible, sino el más cercano a la mejor solución". Sobre los Acuerdos de Ginebra, Ben Ami reconoce que "establecen unas condiciones que quedan muy lejos de ser cumplidas". En efecto, la Hoja de Ruta, aunque menos detallista, muestra un calendario preciso para la paz -en cualquier caso, ya sobrepasado- y, sobre todo, cuenta con el máximo respaldo internacional, empezando por el del Cuarteto: EE UU, Rusia, la Unión Europea y la ONU.
La iniciativa refleja el hartazgo en ambas sociedades, donde innumerables reuniones y tratados no han puesto fin a la violencia. "No necesitamos más negociaciones, sino un acuerdo ya", subraya el representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Washington.
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