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Crónica:TENIS | Australia, campeona de la Copa Davis por 28ª vez
Crónica
Texto informativo con interpretación

Philippoussis gana a la desesperada

Ferrero, noqueado en el quinto 'set' por un rival que, lesionado en un hombro, decidió arriesgarse y jugarse el todo por el todo

La decepción fue importante. No porque se pensara que salir de Australia con la Copa Davis bajo el brazo iba a resultar fácil, sino por la forma en que se produjo la derrota. Al final, los guarismos son lo único que queda para la historia. Pero la final que en la madrugada de ayer perdió España por 3-1 sobre la hierba de Melbourne tiene algunas connotaciones que la convierten en especial. Lo fue desde el primer día, desde que Juan Carlos Ferrero pareció tener encarrilado su partido inicial contra Lleyton Hewitt, desde el momento en que Carlos Moyà igualó la eliminatoria con una victoria impecable frente a Mark Philippoussis. Y volvió a recuperar la épica, tan característica de esta competición, ayer, cuando Ferrero fue capaz de remontar dos mangas a cero y abrir unas expectativas impensables para acabar por rendirse ante el poderío del saque y la volea de Philippoussis.

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"Parecía que tenía problemas con un hombro [el derecho]", comentó Ferrero, intentando buscar explicaciones a un quinto set que ni siquiera él mismo entendía muy bien; "pero, tras recibir un masaje, volvió a la pista y sacó y voleó mejor de lo que lo había estado haciendo durante todo el partido". No parece lógico que las tres horas y doce minutos que duró el duelo concluyeran con el resultado de 7-5, 6-3, 1-6, 2-6 y 6-0. No es normal que Ferrero, el jugador que estaba yendo hacia arriba, que tenía la moral por las nubes, que parecía intratable con sus passings, con su juego de fondo, y que incluso se atrevía a mostrar sus progresos en la red, no lograra anotarse ni un solo juego de los últimos seis. Esta vez ni pudo recurrir a la excusa del cansancio físico. "No fue ése el problema", confeso el tercer tenista en la clasificación mundial; "mi mentalidad seguía siendo muy buena en la quinta manga. Pensaba en romperle pronto el saque y en ganar el partido. Ahora lo único que siento es una inmensa tristeza. Teníamos esperanzas de recuperar la ensaladera y se han frustrado".

La perplejidad comenzó a apoderarse del banquillo español cuando, en el segundo juego del quinto set, Philippoussis abrió un nuevo esquema táctico que permitía intuir en él una situación de cierto desespero. Era evidente que su hombro le estaba creando problemas y también parecía que no estaba tan entero físicamente como Ferrero. Por eso decidió arriesgarlo todo. "¡Quítate el dolor de la mente!", le había dicho John Fitzgerald, su capitán, cuando se fue al lavabo para intentar calmarse; "¡mantén el primer saque, corta el resto y sube a la red!". El mensaje era claro: presión constante sobre el rival.

Lo que se vio en la cancha fue que Philippoussis restó bolas muy profundas y subió en los tres primeros saques de un Ferrero que quedó absolutamente desconcertado por lo que estaba ocurriendo. Sin tiempo de darse ni cuenta, el español se encontró con un 0-40 que parecía insalvable. Y, cuando perdió el saque, todo el peso de la final se le cayó encima. "En cuanto Mark hizo el break, le subió la adrenalina", matizó Fitzgerald. Todo se fue definitivamente al garete cuando Ferrero falló un drive y perdió por segunda vez su saque. Philippoussis se colocó con 4-0 e iba a sacar para el 5-0. Todo estaba, sí, sentenciado.

"Para cualquier jugador de otras características, el cambio táctico habría resultado nefasto", analizó Josep Perlas, uno de los responsables del equipo español, el G-3; "pero para Philippoussis aquello no era nada más que regresar a sus raíces. Él gana cuando juega con el saque y la volea, tal y como lo había estado haciendo en las primeras mangas. Por tanto, se sintió más cómodo dentro de esos esquemas de juego que en aquéllos a los que había conseguido llevarle Ferrero en el tercer set y el cuarto". No había solución. La desolación lo invadió todo en el banquillo español. Las sonrisas se apagaron, las ilusiones se esfumaron y el trompetista de la camiseta roja dejó de soplar aquel Valencia es la tierra...

El amarillo y el verde, los dos colores nacionales australianos, comenzaron a invadirlo todo. Los Fanáticos volvieron a entonar el himno de su país y el Waltzing Matilda. Sonaban las palmas. La euforia se traslucía. Y Philippoussis lloraba. "Hay en la pista una persona a la que quiero dedicar esta victoria. Los dos hemos sufrido mucho juntos en estos últimos años. Se lo merece", le dijo a su padre, Nick, hecho una magdalena. Philippoussis encajó mal el divorcio de sus progenitores y luego dio todo el apoyo a su padre cuando éste sufrió un cáncer múltiple que pudo costarle la vida. También Nick se mantuvo al lado de Mark en 2001, cuando, tras sufrir su tercera operación en la rodilla izquierda, se vio postrado durante dos meses y medio en una silla de ruedas. "Esto es lo más grande que he vivido en mi carrera", concluyó Philippoussis, que este año perdió la final de Wimbledon ante el suizo Roger Federer.

La victoria de Philippoussis dio a Australia su 28º triunfo en la Davis. La última vez que la habían ganado, a costa de Francia en Niza, fue en 1999 y también Lleyton Hewitt y él fueron los protagonistas. Sin embargo, los dos estuvieron de acuerdo en que este triunfo es mucho más sentido porque lo han logrado en su casa, ante los suyos. La última vez que eso ocurrió fue en el vetusto estadio de Kooyong, también en Melbourne, en 1986. Pero aquello fue cosa de Pat Cash y del capitán actual, Fitzgerald.

A los españoles les quedó el pobre consuelo de haber llegado por cuarta vez a la final. Y el recuerdo del triunfo que lograron en 2000 ante Australia en el Palau Sant Jordi de Barcelona. "Estamos tristes", reconoció Carlos Moyà, que no disfrutó de aquel éxito; "pero debemos sentirnos orgullosos de lo que hemos hecho. No les hemos tenido en las cuerdas, pero... casi. Y era muy difícil venir a jugar en hierba y en Australia. Creo que hemos demostrado que podemos ganar en cualquier circunstancia. Ése es el recuerdo que debemos llevarnos de este enfrentamiento".

Mark Philippoussis canta desde el suelo su decisivo triunfo sobre Juan Carlos Ferrero.
Mark Philippoussis canta desde el suelo su decisivo triunfo sobre Juan Carlos Ferrero.ASSOCIATED PRESS

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