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DÍAS DE OCIO

Culmina en el Arqueológico la exposición del tesoro Várez Fisa

El Estado adquirió la cerámica de Grecia y Etruria en 1999

Visitar una de las mejores colecciones del mundo de cerámica griega y etrusca es todavía posible en la planta noble del monumental Museo Arqueológico Nacional. En un ámbito ideado por el arquitecto José Rodríguez Frade desplegado en distintos escenarios y de acceso gratuito, se muestra la colección Várez Fisa, cuya magnificencia es canon de este arte ornamental. Fue adquirida por el Estado español por unos 12 millones de euros -alrededor de 2.000 millones de pesetas de 1999- a un empresario de sensibilidad singular que atesoró cerámica excelsa durante 20 años.

Entre las piezas que exhibe mañana por último día el Arqueológico se halla una, soberbia, que en su día perteneciera al magnate estadounidense Randolph Hearst, inmortalizado en el cine por el hispanófilo Orson Welles. Hearst la retuvo en su mansión californiana de San Simeón hasta su venta en 1940.

La cerámica greco-etrusca exhibida, unas 140 piezas, es de dos clases. De figuras negras, una técnica que data del siglo VI antes de nuestra era, y de figuras rojas, posterior en dos siglos. Proceden de Grecia continental e insular, así como de la denominada Magna Grecia, área de colonias helénicas en el sur de Italia. Otra tuvo su origen en la Etruria profunda, cuyos nexos con Hélade fueron muy prietos, hasta el punto de que, según explica la directora del departamento de antigüedades, Paloma Cabrera, "fueron maestros griegos quienes enseñaron a los etruscos los fundamentos de su quehacer".

A excepción de Lydos y Epiktetos, los autores de estas joyas eran artistas desconocidos aunque convencionalmente se les llama Pintor de Londres, Pintor Afectado o Pintor de la Esfinge Barbada, por ejemplo. El brillo de muchas de las piezas resulta inconcebible, habida cuenta de que algunas cuentan hoy con 27 siglos desde que fueran labradas. En el viejo dualismo entre contenido y forma, que siempre preside los debates sobre el arte, en esta expresión tan griega de la creación en cerámica se impone la forma. La colección presenta una panoplia de recipientes cuyos usos abarcaban desde los empleados en banquetes hasta los de perfumería o rituales funerarios. Los arqueólogos distinguen en ellos boca, cuello y hombro, correspondiendo éste a la zona más abultada de la vasija.

Lecitos, de estrecho cuello y estilizada figura; enócoes, recipientes de boca trilobulada y con un asa que adopta diferentes formas; hidrias, ánforas, copas, olpes, son algunas de las formas que adoptan estos vasos griegos y magnogriegos, cuya expresión suprema, perfectamente visible y gozable en esta exposición, es la denominada crátera de columnas, singularizada por su extremidad abierta y su enorme vientre, que permite al ornamentador recrearse en secuencias amplias como los mitos referidos a Dioniso y Hermes u otros de igual densidad narrativa.

La clave para eludir la frialdad mineral que la cerámica suele plantear a nuestra mirada, y que esta muestra destierra, es la evocación de todo el relato que el pensamiento griego ha depositado sobre nuestras culturas. De ella resulta la armónica proporcionalidad plástica que rezuma de estos vasos.

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Colección Várez Fisa. Museo Arqueológico. Serrano, 13. Hoy y mañana, hasta las 14.30. Entrada gratuita. Metros Serrano y Colón.

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