Intimidad vigilada
El Conde Duque acoge una videoinstalación que permite meterse en la piel de un amenazado por ETA
Más de un millar de personas -jueces, cargos políticos básicamente populares y socialistas, intelectuales, profesores, periodistas- vive con un policía, ertzaina, guardia civil o escolta privado a sus espaldas. Los más directamente amenazados por ETA no están un minuto solos fuera de sus casas. Ocurre en Euskadi, Navarra y otros puntos de España.
Meterse en la piel de un escoltado, sentir lo que siente mientras hace algo tan cotidiano e inofensivo como desplazarse de un punto a otro es difícil. El artista Ángel Borrego (Badajoz, 1967) ha creado una videoinstalación que intenta recrear esa sensación. Vigilada II se puede visitar en el centro cultural Conde Duque. Ha sido organizada por la Fundación Miguel Ángel Blanco con el patrocinio de la Fundación de Víctimas del Terrorismo.
La sala es oscura. En el centro hay dos enormes pantallas de vídeo frente a frente en las que se proyectan las imágenes sincronizadas de dos hombres a tamaño natural, dos escoltas, caminando por las calles de Vitoria (Álava). Cuando el visitante se coloca entre ambas pantallas, es el amenazado, el escoltado. Un escolta camina delante de él y el otro detrás. La sensación es contradictoria: allí, de pie, uno se siente al mismo tiempo "protegido" y "acosado", porque los mismos escoltas que le "liberan del supuesto peligro que acecha" limitan también "su libertad de movimientos", como describe el folleto de la obra.
Los vigilantes en ningún momento pueden bajar la guardia: "Cualquier objeto cotidiano puede ser un peligro", añade Borrego. Aquella papelera, ese contenedor de basura, el cajetín de esa motocicleta o aquella furgoneta pueden albergar una bomba.
Aunque el autor quería escoltas de verdad para su filmación, tuvo que contentarse con un actor vasco y otro madrileño. Un mando de la Ertzaintza en Vitoria les enseñó durante tres días cómo se mueve un escolta. Vigilada II también permite vivir la amenaza desde fuera, como un paseante cualquiera que se cruza con el amenazado y quienes velan por su vida."Es una metáfora de las actitudes que se dan en la realidad", dice el folleto. Basta visitar la obra para comprobarlo. La inmensa mayoría de las personas que se cruzan con los escoltas en la proyección sigue su camino sin el más mínimo gesto de curiosidad o sorpresa. Y eso que entre ellos en esa ocasión no había un amenazado, sino dos camarógrafos con sus respectivas y aparatosas cámaras, un par de ayudantes de cámara y el autor. El propio Borrego se sorprendió muchísimo al comprobar el desinterés ante el "show" que supuso la filmación por céntricas calles de Vitoria.
Borrego es consciente de que su "obra persigue algo imposible: salvar la incomunicabilidad del sufrimiento. Por mucha empatía que tenga, por muy bien que se transmita [la sensación del escoltado], es imposible lograrlo. Todo son intentos fallidos, pero hay que intentarlo".
La idea de crear esta obra surgió tras la conmoción que sufrió Borrego al ir a una comida de trabajo con el concejal de Urbanismo de Vitoria, Jorge Ibarrondo. Al salir a la calle con el edil, se desplegó "la típica coreografía" de los escoltas en torno a Ibarrondo y, en ese caso, sus acompañantes, incluido el artista. Borrego se vio de pronto metido en un "cuadro surrealista" protagonizado por Ibarrondo: "Una persona normalita, pero con escolta". "Una cosa es que lo veas desde fuera y otra que te escolten a ti", afirma el autor.
Vigilada II. Martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.30 a 21.00. Domingos y festivos, de 10.30 a 14.30. Entrada gratuita. Centro Cultural. Conde Duque, 11. Hasta el 18 de diciembre.
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