No tienen nada que reprocharse
No hay nada que reprochar a tres fotógrafos que tomaron instantáneas de la princesa Diana y de su compañero, Dodi al Fayed, momentos antes y después de su muerte en el túnel de Alma, en París, en la noche del 30 de agosto de 1997. Por lo menos así lo afirma una de las salas del Tribunal Correccional, que ayer les absolvió del delito de "atentado a la intimidad de la vida privada" denunciado por Mohammed al Fayed, el padre de Dodi, quien reclamaba un euro simbólico por daños y perjuicios. El fiscal había pedido un año de cárcel para cada uno, con posibilidad de eludir la entrada física en prisión. Uno de los absueltos, Christian Martínez, de 49 años, tomó dos fotos en el Mercedes de Diana y su compañero tras el choque contra un pilar del túnel. Jacques Langevin, de 50 años, fotografió a Diana y a Dodi a su salida del hotel Ritz, minutos antes del accidente. El tercer fotógrafo, Fabrice Chassery, de 36 años, tomó fotos delante del hotel y después de que el coche se estrellara: "Era mi trabajo", alegó lacónicamente. Para el tribunal, un vehículo accidentado en la vía pública "no puede considerarse un lugar privado". Las fotos tomadas tampoco sorprendieron ningún gesto ni comportamiento íntimo, ni elevaron a pública una relación secreta, que había sido objeto de abundante publicidad en los meses previos al accidente. En fin, no puede hablarse de captación clandestina de imágenes, porque la pareja sabía que se exponía a ser fotografiada desde el momento en que decidió salir del hotel. Los abogados de Mohamed al Fayed han anunciado un recurso.
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