El Gobierno español y los presos de Salónica

Creo que no digo mentira si afirmo que quienes algo hemos procurado hacer por la liberación de los detenidos en Salónica desde el pasado junio no podemos sino sentirnos molestos ante la sugerencia, de la que se hace eco EL PAÍS el 27 de noviembre, de que aquélla algo les debió a las gestiones realizadas por las autoridades españolas. El criterio aplicado por estas últimas sospecho que encuentra fiel reflejo en las declaraciones a EL PAÍS del embajador español en Atenas, para quien ha habido "opiniones" que estimaban que el proceso legal se estaba dilatando "excesivamente" y se estaban dando las condiciones para que "estos chicos" se convirtiesen en "mártires". Por lo que cabe colegir, el embajador no participa de esas opiniones ni ha tomado nota del sinfín de irregularidades y de los malos tratos protagonizados por las autoridades griegas. La preocupación, entre tanto, del máximo responsable diplomático español en Grecia no lo es porque se haga justicia, sino, antes bien, por evitar mártires.

El tono de la política -una mezcla de desidia y subterránea complicidad escondida tras el aparente respeto por las instituciones legales de un Estado miembro de la UE- desplegada por nuestros gobernantes lo aporta un hecho poco conocido: meses atrás, el Gobierno estadounidense consiguió que uno de los encausados, de nacionalidad norteamericana -sobre él pesaban cargos similares a los de los restantes detenidos-, fuese repatriado a su país, en donde disfruta de libertad provisional.