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Aguirre admite que hay "diferencias políticas" entre ella y Ruiz-Gallardón

"Hay mucha competencia para conseguir cama en los albergues", se lamenta un indigente

Los 230 indigentes que se cobijan en el albergue de San Juan de Dios (Chamartín) tuvieron ayer un desayuno sobresaltado. Mientras apuraban sus tazones de café se encontraron de pronto rodeados de periodistas y políticos. El revuelo se debía a que la nueva presidenta regional, Esperanza Aguirre, del PP, decidió celebrar en este centro el primer acto oficial de su mandato, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas Sin Hogar.

La presidenta quiso zanjar, de paso, la polémica sobre las supuestas desavenencias con su predecesor en el cargo, Alberto Ruiz-Gallardón. "Mi relación con Alberto se cimenta en una amistad de 20 años que es fraternal", afirmó. "En mí no encontrarán jamás ningún motivo de desencuentro personal con Alberto. Otra cosa es que tengamos diferencias políticas".

Aguirre charló con responsables y usuarios del centro. José Luis, de 53 años, le explicó que él estaba allí "por un desastre personal". Después de años de recorrido por los servicios sociales se mostró escéptico sobre su papel. "Vamos de un despacho a otro como un rebaño y te ofrecen cama y comida, algo que se agradece, pero al final si encuentras trabajo es porque tú lo buscas", reflexionó. Además, como otros usuarios, se quejó de que, llueva o luzca el sol, todos tienen que abandonar el albergue a las nueve de la mañana y no pueden regresar antes de las siete de la tarde.

Andrés Gabaldón, director técnico del centro, explicó que si no permiten estancias diurnas es por falta de medios. Gabaldón cree que hacen falta más recursos para atender a los indigentes cuya situación es crónica y para los que sufren problemas mentales, toxicomanías y otras enfermedades.

"Mi intención al venir aquí es solidarizarme con los sin techo y con quienes les ayudan a superar sus problemas", afirmó Aguirre durante su visita al albergue de San Juan de Dios. "Es compromiso de mi Gobierno ayudar a las personas que se encuentran en esta situación", añadió. Pero omitió decir cuáles van a ser sus principales medidas de lucha contra la exclusión. Sin embargo, en sanidad, transporte o urbanismo sí ha adquirido compromisos.

Mientras la comitiva de políticos y periodistas avanzaba por el centro, algunos indigentes se tapaban la cara para evitar que su infortunio fuera retratado. Otros, por el contrario, se acercaron a la presidenta para exponerle sus puntos de vista. "A mí me gustan los políticos y también los americanos", le espetó un hombre a Aguirre. Ella se quedó algo perpleja y le dijo que, con esas opiniones, era un español bien raro.

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La presidenta no escuchó reivindicaciones, pero algunos sin techo comentaban entre ellos los problemas de plazas que existen en la red de acogida de indigentes de Madrid. "Para conseguir una cama tienes que competir con 30 bolivianos, 30 ecuatorianos y otros 30 autóctonos", protestaban José Luis, de 53 años; Gonzalo, de 26, y Rafael, de 54.

Gonzalo ha encontrado un trabajo en una clínica veterinaria por el que cobra "700 euros mensuales, con las pagas incluidas". "Se supone que teniendo empleo debo dejar el albergue, pero que me digan si con ese dinero puedo encontrar vivienda y sobrevivir, porque ni el cuartucho más inmundo te lo alquilan por menos de 200 o 300 euros", señalaba este hombre.

Andrés Gabaldón, director técnico del centro, explicó que en él funcionan dos programas de apoyo a la integración y a la inserción laboral, en los que sólo participan una treintena de los 230 internos. "Llegamos hasta donde podemos", insistió. El albergue sólo se financia con subvenciones públicas "en un 21%". "El resto son donaciones y fondos de la orden [de San Juan de Dios]", añadió el director. En los últimos años la demanda de camas ha crecido de forma importante por la llegada de inmigrantes.

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