Bozzo critica que los teatros públicos catalanes programen "por amistad y moda"
En Barcelona no son frecuentes los debates públicos sobre la situación del sector teatral. La Fundación Romea para las Artes Escénicas ha iniciado un ciclo de coloquios que pretenden estimular estos intercambios entre profesionales de la escena. Días atrás reunió a un grupo de ellos, pertenecientes a distintos ámbitos del colectivo teatral, para analizar conjuntamente la cartelera de la ciudad. Probablemente fruto de la escasez de foros para el diálogo, el debate se escoró hacia los problemas más graves del sector y acabó polarizándose en el eterno dilema teatro público-teatro privado. En este contexto, el director Joan Lluís Bozzo, fundador de Dagoll Dagom y miembro del equipo gestor de los teatros Poliorama y Victoria, compartió sus "sospechas" acerca de los criterios que rigen las programaciones de las salas públicas catalanas, que atribuye a "puras cuestiones de amistad, influencia política y demanda".
Bozzo dibujó un panorama oscuro en el que desde el sector público se afrontan "unas producciones multimillonarias sin ningún riesgo, porque el riesgo verdadero lo asume quien se expone a no poder pagar el alquiler del teatro". En opinión del director, este hecho supone una seria amenaza para las empresas privadas, amenazadas "por unas especies depredadoras que se están comiendo nuestros pastos" y lo cual les aboca a "espectáculos mediáticos" pensados para resultar atractivos al máximo número de espectadores. "Si esto no se revisa, no tendré más remedio que dedicarme a otra cosa", afirmó con pesimismo.
El director de Dagoll Dagom fue uno de los interlocutores en una sesión en la que participaron también como invitados José Luis Martín, de la productora Vània; el dramaturgo Josep Maria Benet i Jornet, el director general de contenidos de Focus, Jordi González; el periodista de espectáculos y crítico de La Vanguardia Santiago Fondevila, el gerente del Consorcio de la Ciutat del Teatre, Joan Maria Gual, y el autor y periodista teatral Jordi Coca. En el muy concurrido vestíbulo del teatro Romea, se trazó un diagnóstico de la situación del teatro en Cataluña.
Coca hizo de abogado del diablo de la función pública con un diseño de lo que en su opinión sería la cartelera ideal de Barcelona, entendida en un sentido muy amplio. En el paradigma figura la recuperación de la tradición, una asunción del "pasado más inmediato" -"no puedo entender que desde el teatro público se diga que Brossa, Espriu, Palau i Fabre o Maria Aurèlia Capmany no existen"-, el desarrollo "de un estándar de lengua" y fundamentalmente el diseño "de una estrategia general para todo el país". Gual, que hasta hace dos temporadas dirigió el Mercat de les Flors, señaló "la falta de perfil y de personalidad de las salas", y en consecuencia la indefinición de las fronteras entre propuestas públicas y privadas. Así, la de Barcelona es una cartelera "de calidad, pero uniforme, demasiado complaciente y poco comprometida".
Benet i Jornet reivindicó la necesidad de disponer de una oferta amplia "en la que todo tiene cabida, desde los penes [Las marionetas del pene] hasta Shakespeare pasando por Mamet". González se pronunció también a favor de esta diversidad, que ya observa en la cartelera actual, pero con las excepciones del teatro infantil y musical. Bozzo apuntó que tal vez debe revisarse la creencia de que los musicales son atractivos para el público catalán, visto el escaso éxito de las tentativas de los últimos años.
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