Zanzíbar, los colores del Índico
Frente a la costa de Tanzania, un archipiélago de playas y sorpresas
Frente a las costas de Tanzania se encuentra el archipiélago de Zanzíbar, cuya isla principal (Unguja) se ha apropiado comúnmente del nombre del conjunto. Aunque su más reducida compañera -Pemba- también merece una visita. Destino emergente en los paquetes de los operadores turísticos, la isla está aún lo suficientemente poco explotada para ofrecer mucho más que enormes resorts e increíbles playas.
Ciudad
Stone Town es la capital y la única urbe reseñable de la isla de Unguja. Aunque sus costas y carreteras interiores están constantemente salpicadas por pequeñas poblaciones, Stone Town (antigua capital del tráfico de esclavos en la costa este africana) es el centro neurálgico. Fundada en el año 1500 por los portugueses, sus calles exhiben una increíble mezcla de las referencias y estilos de todos los que han pasado por tan deseado paraíso: influencias europeas, árabes y africanas se conjugan en una ciudad que ahora revive bajo el manto protector de la Unesco, que la declaró patrimonio de la humanidad en 2000.
Los edificios monumentales, como el palacio del Sultán, conviven con las renombradas puertas grabadas que salpican un paseo por las callejuelas del centro. En ellas se agolpan también multitud de tiendas para turistas con precios hinchados. Para las compras, es más productivo un paseo por el viejo mercado, entre especias y pescado plateado, o por el textil instalado frente a él. Menos glamouroso, este mercadillo, frecuentado por los habitantes de Stone Town más que por los curiosos, permite adquirir las tradicionales kangas (pareos profusamente estampados que lucen las mujeres) a un precio irrisorio.
Otra buena oportunidad la proporcionan los puestos de comida que se instalan frente al Museo de Palacio al caer la noche. Gambas y langostas recién pescadas y hechas a la parrilla que son una clara prueba de las bondades que la naturaleza tuvo con esta isla. Para los más exquisitos, una velada en la azotea de Emerson & Green, mansión convertida en selecto hotel (sólo nueve habitaciones a 200 metros de la Casa de las Maravillas) donde suena un violín en vivo para los 20 privilegiados clientes que toman asiento sobre cojines ante una exquisita cena servida con el rezo de la ciudad de fondo.
Playas
Dífícil destacar una sola playa en esta isla: casi todas son un espectáculo. Y hay unas 25. Lo que sí es cierto es que poseen caracteres distintos. En el extremo septentrional está Nungwi, un pueblo con arenales pequeños, en el que se agrupan alojamientos para gente joven, en edad o espíritu. Es uno de los pocos lugares con cierta actividad noctura y bares musicales. Algunos lo encontrarán bullicioso. Para éstos, nada mejor que Kendwa, situada a cinco minutos en taxi acuático de Nungwi en dirección oeste. Esta playa ofrece simple y llanamente una tranquilidad total. Cuenta con tres pequeños alojamientos formados por bungalós, y también se puede acceder en coche, aunque el último tramo es complicado.
En la costa este se encuentra Kiwengwa, el destino principal de los paquetes turísticos contratados desde España. Comparados con los del resto de la isla, los hoteles de esta zona son grandes, occidentales (se dan clases de agua-gym y bailes discotequeros en la piscina) y alejados de la tradición y vida de Zanzíbar, pero algunos los encontrarán cómodos, seguros y confortables. Cuestión de planteamiento. En cualquier caso, la playa de Kiwengwa se extiende a lo largo de unos 40 kilómetros y permite contemplar el trabajo de recolección de algas de las mujeres y el ir y venir de los pescadores en bicicleta sobre la arena. Los resorts de la zona ofrecen excursiones diarias a las principales atracciones de la isla, pero en la playa se reúnen muchos chicos zanzibaríes que ofertan los mismos destinos a mejor precio.
Muy parecidas, aunque más tranquilas y solitarias, son las playas de Paje y Bwejuu, en la parte sur de la misma costa este. Los alojamientos son familiares y existe también la posibilidad de acercarse en una barca tradicional (dhow) hasta la barrera de coral. Finalmente, en el extremo sur está Kizimkazi, antiguo motor económico de la isla que hoy vive primordialmente de las excursiones que sus habitantes organizan para que los turistas puedan acercarse a los delfines. Lo cierto es que nadar entre ellos es mucho más complicado de lo que muchas agencias venden, pero las posibilidades de contemplarlos desde una cierta cercanía son elevadas.
Visitas
El reducido tamaño de la isla (unos 95 kilómetros de largo por 32 de ancho) permite innumerables desplazamientos de un día. Las excursiones más populares toman rumbo hacia la isla de Prisión (con un restaurante y una población de tortugas gigantes), a la selva de Jozani (una de las pocas que quedan debido a la conversión del terreno en campos para la agricultura y donde se cobijan los monos Red colobus) y las salidas de buceo. Una de las mejores zonas para practicarlo es la que rodea a la isla de Mnemba. Este diminuto componente del archipiélago no se puede pisar a no ser que uno se aloje en el lujoso hotel que posee la isla, pero los barcos fondean en sus proximidades para permitir la inmersión en sus ricas profundidades. Una buena opción es alojarse en la playa más próxima, Matembwe, que es una de las más tranquilas de Unguja.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo ir
- Catai (en agencias; www.catai.es) tiene paquetes a Zanzíbar con vuelos y siete noches en el hotel Dhow Palace, este invierno, desde 1.380 euros más tasas por persona en habitación doble.
- A partir de mayo, Iberojet (en agencias) suele programar un vuelo chárter y paquetes. Consultar más adelante.
- Para llegar por cuenta propia, lo más sencillo ir a Dar es Salam -por ejemplo, con British Airways (902 111 333), hasta el 19 de diciembre, ida y vuelta, desde 590 más tasas-, y desde allí, a Stone Town en un vuelo de 15 minutos. También existe un ferry de la capital tanzana a Zanzíbar.
Información
- www.zanzibar.net.
- www.zanzibar-holiday.com.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.