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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A Juanón, mi mejor amigo

A mi mejor amigo, mi marido, mi compañero y padre de mis cuatro hijos.

Hoy ha sido "el día más duro de mi vida". Hoy te he enterrado. Con 37 años y una vida estupenda nos has dejado. Por mucho que todo el mundo me intente consolar, no tengo consuelo. Estabas en el mejor momento de tu vida, en el éxito de tu carrera como veterinario y, lo más importante, empezando a disfrutar de tus cuatro hijos. ¡Cuánto te van a echar de menos! Y ya lo hacen. No lo entienden, por más que intento hacerles comprender que estás en el cielo, que siempre estarás a nuestro lado. Mª José me pregunta que por qué no te curamos, por qué no vienes con nosotros. Que si estás en el cielo no nos vas a poder ver, porque te tapa el techo de nuestra habitación.

No vas a estar conmigo para poderles ver crecer. Después de tantos años sin poder dormir una sola noche de un tirón, empezabas a hacerlo. Ya habíamos empezado a preparar la Navidad porque era un momento de alegría para nosotros ver la felicidad de los niños.

¿Cómo serán estas navidades? ¿Quién me va a escuchar?, ¿quién va a calmar mi genio?, ¿quién me abrazará?, ¿quién me va a cuidar? Tantas cosas...

¿Quién recogerá a los niños del cole?, ¿quién les curará cuando se hagan una herida?, ¿quién hará con ellos los deberes?, ¿quién les acostará?, ¿quién les cortará el pelo?, ¿quién los cuidará en el parque?, ¿quién...? Cada vez ibas asumiendo más papeles en esta casa, prácticamente todos. Y yo te dejaba hacer. Como dice Sandra "es que Juan es mucho padre".

Eras una persona amigo de tus amigo, amable, recta y siempre dispuesto. Todos te echarán de menos; pero la que más yo. Me dicen que Dios se lleva a los mejores, y en eso tiene razón, pero a mí no me consuela.

Espero poder continuar lo que tú has empezado, pero tengo mucho miedo. Miedo de no poder ser fuerte, de que el genio que tú habías conseguido domesticar durante estos trece años juntos, vuelva a salir.

Eras el amor perfecto, el compañero perfecto, el amigo perfecto, el padre perfecto, el amante perfecto. Y esto no lo digo por lo que ha pasado. Tú lo sabes, y todos los que están a nuestro lado lo saben también. ¡Ay Juanón!, con la vida tan maravillosa que teníamos por delante y te has tenido que ir. Ahora estás en Alpera y con la edad te estabas haciendo un friolero, ¡qué frío estarás pasando allí!

Pobre Juanito, pobre Ana, con lo pequeños que son, no te van a recordar. A Juanito no le sirve que su mamá le diga que tú estás en el cielo. Él sólo quiere que venga su papá. Y Vicente está preocupado, porque no quiere ser el hombre de la casa, quiere volver a ser un niño y que su padre venga a consolarlo. Ana aún no se ha dado cuenta de lo que pasa. Miedo tengo cuando empiece a entenderlo.

¡Qué pena tiene tu padre, Juanón! Porque ha perdido a su mano derecha, a todo lo que él hubiera podido pedir de un hijo. Me decía que por qué no te podías haber roto completamente las piernas, o cualquier otra cosa. Pero eso no ha sido así.

Doy gracias por los años que he vivido contigo, por lo que has aportado a mi vida, tantas cosas... pero la verdad es que quiero que estés conmigo, que me abraces, que salgamos al cine, que viajemos y otras tantas cosas que nos estábamos planteando y ya podíamos empezar a hacer después de tantos años con biberones y pañales.

Todo lo hacíamos juntos, cualquier cosa, hasta la más pequeña. Y ahora lo tendré que hacer sola. En septiembre, en nuestro décimo aniversario, me hiciste un regalo importante. Tú bromeabas porque me decías que hasta dentro de otros diez años más no me iba a tocar otro, pero lo que no sabías es que ya no habrá otro.

Sólo quiero darte las gracias por los años que he estado contigo, por todo lo que has aportado a mi vida en estos trece años y los cuatro maravillosos hijos que me has dado.

A Juanón, mi gran amor.

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