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ELECCIONES EN CATALUÑA | Una fuerza en ascenso

Clases de reeducación nacional

Carod predica la idea republicana de nación frente a la del pujolismo

Enric Company

Esta campaña ha dado a Josep Lluís Carod la oportunidad de someter al electorado de su partido a clases intensivas de reeducación nacional. Bombardeada durante más de dos décadas por el nacionalismo pujolista, que es de raíz romántica aunque tenga otros injertos, la audiencia de Esquerra Republicana (ERC) se ha visto sorprendida por el despliegue de la idea republicana de nación y de ciudadanía catalana que expresa Carod.

En síntesis, dice: claro está que hay una lengua, cultura e historia propias de Cataluña, pero lo que hoy hace catalanes a los ciudadanos de Cataluña no es la pertenencia a este grupo histórico, cultural o étnico, sino la libre decisión democrática de serlo. No es algo que se herede, que dependa del apellido o de la lengua que se habla en casa. Ni el lugar de nacimiento, ni el apellido, ni la clase social, definen hoy a los catalanes. Uno de sus ejemplos favoritos ha sido recordar que Milans del Bosch, el militar golpista del 23-F, era ciertamente de origen catalán, "pero hoy en día no se le define como catalán, sino como facha".

Orador de recursos mucho más amplios que todos sus rivales, Carod sorprende a su audiencia con afirmaciones provocativas: "Yo no soy nacionalista, yo soy catalán", dice, y en el rostro de los militantes se reflejaba la dificultad de casar que alguien que se proclama independentista al mismo tiempo diga que no es nacionalista. Carod remacha entonces el clavo diciendo que si alguna vez pudo ser cierto el eslogan independentista de que "los catalanes no son españoles", ahora ya no es así. Ahora hay muchos ciudadanos que son al mismo tiempo catalanes y españoles, o catalanes y argentinos, o catalanes y magrebíes. A juicio de Carod, la manera de incorporar a la identidad catalana a los que no han nacido en Cataluña no es darles clases de historia, sino convertir Cataluña en una sociedad económica y socialmente inclusiva. Más trabajo, más servicios sociales, mejor educación. "Desconfiad de quienes renuncien de sus orígenes, de quienes escupen sobre su patria primera", repite Carod.

Esta reformulación ideológica del catalanismo es particularmente necesaria para ERC, que sólo hasta ahora se ha decidido a dejar de ser un satélite en la órbita de Jordi Pujol. Las audiencias de Carod aceptan sus explicaciones, pero en esta parte de su discurso quedan frías, silenciosas. El líder republicano arranca aplausos cuando quiere, y desde luego eleva la temperatura de los mítines cuando proclama el objetivo de la independencia, la soberanía, el sueño de la Cataluña libre. Pero la contradicción queda ahí, en las mentes, como semilla para el futuro.

Esta parte del discurso de Carod forma parte de la pugna por la hegemonía ideológica en el campo del catalanismo. El dirigente de ERC está convencido de que la cúpula de Convergència i Unió (CiU) no podrá competir eficazmente en esta batalla. De que no es ni podrá ser tan consecuente como él cuando proclama que el objetivo de ERC es conseguir un Estado para Cataluña. Y de que las contradicciones que este discurso plantea en el ámbito electoral del socialismo, prisionero de la irresuelta contradicción entre su alma jacobina y su alma federal, le abren un amplio espacio social y electoral. No lo oculta. Proclama que para dentro de cuatro años, su objetivo es obtener un millón de votos. Pasar de segunda fuerza del catalanismo, a primera. De segunda fuerza de la izquierda, a primera. Colocado sobre los dos ejes de la política catalana, está convencido de que el futuro es de ERC.

SCIAMMARELLA
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