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Reportaje:

El aula del humor

El profesor Germán Payo Losa enseña a otros docentes técnicas para aliviar las tensiones en clase y combatir los conflictos

Un número considerable de maestros se enfrentan cada día al reto de enseñar y de intentar mantener el orden o, en el peor de los casos, la calma. Desde hace años, Germán Payo Losa

propone afrontar estas situaciones con sentido del humor. Este experto educativo es un firme defensor del programa Educa desde el humor, presentado en diversos países europeos y en Estados Unidos. Payo Losa ha impartido el pasado fin de semana en Valladolid, con motivo de unas jornadas de salud laboral del sindicato STES, un taller en el que enseña a los profesores a hacer de la risa la protagonista de la clase.

Payo Losa intentó explicar cómo resolver una situación en la que un alumno insulta a un profesor. "Yo tengo dos opciones: una reacción solemne en la que aviso al alumno que insultar al profesor es una falta grave que merece ser castigada, y otra en la que saco la sonrisa y le digo que si lo que pretende es aprobar, el mejor camino no es decir estas cosas a quien le puede suspender".

Los problemas en el aula están a menudo relacionados con la falta de interés del alumno

Enfrentarse cada día a este tipo de situaciones obliga a tener la cabeza fría porque "lo que a veces pide el cuerpo" es imponer la autoridad cuando los alumnos pintan los pupitres o las paredes, cuando desaparecen teléfonos móviles, libros. Todas esas cosas que a Payo Losa le hacen "pensar que una de las asignaturas de la carrera debería haber sido investigación policial".

En ocasiones, los problemas en clase están relacionados con la falta de interés del estudiante. El experto puso como ejemplo a un alumno que no quería estudiar bajo ningún concepto y dedicaba buena parte de sus esfuerzos a provocar que el profesor le expulsara de clase. Un día, Payo Losa le propuso cambiar los papeles, de forma que el díscolo Julián hiciera de profesor ante la clase. Ni corto ni perezoso, el chaval se puso en pie y dirigiéndose al resto de la clase ordenó: "Venga, todos a sacar el libro, el boli y una hoja de papel. Y tú, Julián, ¡cállate de una vez!". El resto fueron risas.

A veces dan resultado frases dirigidas a alumnos difíciles como 'menos mal que vienes tú a clase, porque en caso contrario no sé con quién perdería la paciencia', o 'hoy has estado bien, porque sólo te he tenido que llamar la atención ocho veces en lugar de las 12 de ayer". Aunque no siempre sirvan para integrar al alumno, ayudan a rebajar la tensión.

En el taller impartido, Germán Payo recordó a sus colegas que si tienen que controlar una clase de gente inquieta han de hacerlo con seriedad, "pero sin enterrar el 'yo' divertido ni la posibilidad de pasarlo bien".

Este profesor dejó caer algunas fórmulas que a él le han funcionado como docente en el colegio Antonio Machado, de Salamanca. Para crear un ambiente agradable propone realizar "cuadernos de observación" que recojan anécdotas divertidas y meteduras de pata en clase. O usar una parte de los tablones de anuncio para colgar chistes, dibujos humorísticos y otros materiales jocosos que llegan por Internet o que aparecen en la prensa. O hacer una revista de humor entre todos; organizar concursos de risas...

Todos los asistentes a este taller del humor sonrieron cuando Payo Losa recordó lo que le dijo Tomás Moro al verdugo al llegar a las escaleras del patíbulo: "Ayúdame a subir, hijo, que para bajar ya me arreglo solo".

Alumnos en un instituto de bachillerato de Cataluña.
Alumnos en un instituto de bachillerato de Cataluña.JOAN GUERRERO

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