Abajo la teleloquesea
1. Seguramente estoy
El único territorio donde ningún profesional encuentra límites para la burla en España es el 'rosa'
en contra de la telebasura, pero no puedo afirmarlo con certeza porque hace meses que no entiendo ni jota cuando me siento delante del televisor. Para cuando supe quién era Pocholo ya le habían cambiado por Aída, y a Aída por Pimpolla, y a Pimpolla por san Blas, al que le cuelgan por detrás. ¡Y dirán que para ver la tele no hay que pensar! Sin embargo, el hecho de no entender nada no me impide tener una teoría, y exponerla, por supuesto. ¿Desde cuándo en España no entender nada obliga a callarse? Ahí está Ana Palacio. Ahora mismo podría escribir yo que el auge de la telebasura se debe al éxito de la Conferencia de Donantes de Madrid, ni más ni menos ni menos ni más, y que el precio de la gasolina ha bajado, y eso es un dato.
2. Hace 15 años
que trabajo en televisión, y he aprendido que cada vez que alguien exige tratar sobre las cosas que interesan a la gente hay que echarse a temblar. La gente suele ser coartada de las atrocidades más peregrinas. También pasa en política. Jesús Gil lleva años diciendo que él hace lo que quiere la gente, y que quienes le tienen por zafio, en realidad insultan a la gente que le vota. Son los mismos argumentos de quienes se defienden de las acusaciones de telebasura: es lo que quiere la gente, y hablar de telebasura es insultar a la gente. No en vano hay quien piensa que la telebasura española nació con Jesús Gil en un jacuzzi. ¿Puede imaginarse perversión peor? (¡Sí: con bebés! Regalo la idea).
3. En televisión se gasta mucho dinero
en saber qué quiere la gente: al minuto, por edades, territorios, capacidad adquisitiva y color de calcetines, si hace falta. Sin embargo, a pesar de disponer de esos datos, se gasta mucho dinero en programas que desaparecen a los quince días porque los rechaza la gente. Algo así como si los encargados de alimentar a las fieras en el zoológico estudiaran veterinaria, psicología y hábitos alimenticios de animales en cautividad, y después echaran de comer a los leones 15 kilos de buñuelos de viento, dos sacos de pipas de girasol, carne cruda y 70 latas de fanta. A ver si funciona. (Si no funciona, se contrata a otro veterinario que hace lo mismo).
4. La teoría:
no hay país democrático en el mundo que sobreviva sin una cierta dosis de burla. Durante los últimos años, de casi todas las televisiones españolas han desaparecido casi todos los programas de humor sobre la actualidad. El único territorio donde ningún profesional encuentra límites para la burla en España es el 'rosa', y hay tres o cuatro millones de espectadores que demandan una televisión sin límite en la burla. Se trata, por cierto, de un público muy rentable, porque es joven, consumista, urbano, con dinero, calcetines amari... Si se canalizara esa demanda de gamberrismo televisivo hacia otros territorios de la actualidad, descendería la telebasura, pero esto no es más que una teoría. A saber si funciona. Lo mejor es seguir echando quince kilos de buñuelos, dos sacos de pipas, carne cruda, setenta latas de fanta, y esperar a que baje la gasolina.
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