Las evasivas del subdelegado
Partidos, sindicatos y ONG exigen la dimisión de Maximiliano Vílchez por su actuación ante la tragedia de Rota
En los cuatro meses que lleva en el cargo, el subdelegado del Gobierno de Cádiz, Maximiliano Vílchez (Órgiva, 1959) nunca ha perdido los nervios, ni ha dado una voz ni un golpe con el puño en la mesa. "En ningún momento", asegura una colaboradora, y eso que ha podido comprobar el regalito que supone ocupar ese cargo. En este periodo se ha topado con seis episodios por los que ha sido cuestionado: las fugas del narcotraficante Antón en Barbate y de Francisco Escalante (acusado en el caso Holgado) en Jerez; su negativa a desautorizar una fiesta pastillera en Jimena; la convocatoria de una jura de bandera militar para conmemorar el 25 aniversario de la Constitución; su anuncio de aplicar "sin cortapisas" la orden de la Fiscalía General del Estado de repatriar a los menores inmigrantes con más de 16 años, y por la muerte de los 36 inmigrantes que se ahogaron a 200 metros de la costa de Rota sin que el dispositivo de rescate llegase a tiempo.
Su primer contratiempo se produjo cuando se fugó el 'narco' Antón
Ante estos asuntos, Vílchez ha reaccionado con frases como: "No soy responsable", "no me han entendido", "no hay descoordinación", "aplico normas y todo ha sido una fatalidad". Con estas evasivas no sólo no ha ahuyentado las críticas, sino que ha logrado el mayor grado de impopularidad entre todos los cuestionados subdelegados que le precedieron.
Tras el naufragio de la patera, las críticas se han convertido en peticiones de dimisión, a las que él ha respondido con más evasivas: "No entro en los discursos políticos, sólo valoro los hechos".
Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, su carrera ha estado ligada a la Administración, concretamente a la Seguridad Social, hasta que el delegado del Gobierno, Juan Ignacio Zoido, se fijó en él y le puso como su hombre de confianza en Cádiz. Sus colaboradores le definen como un hombre "educado, correcto y amable" y un profesional "cordial y comprensivo". Sin embargo, la percepción que tienen de él los partidos políticos de izquierda, los sindicatos, algunos abogados, la Asociación Unificada de la Guardia Civil o las organizaciones humanitarias es bien diferente.
Su primer contratiempo se produjo cuando se fugó Antón días después de que dijera que "estaba vigilado y localizado" por las fuerzas de seguridad. Antón aún está huido. Pocos días después no compareció en el juicio del caso Holgado uno de los acusados, detenido posteriormente en Sevilla.
Vílchez ha conseguido unir a todos los partidos (excepto al PP) en su rechazo a participar en la jura de bandera que se celebrará el próximo mes de diciembre. Todos le acusaron de practicar un "trasnochado patriotismo", mientras que él se limitó a afirmar: "Me han malinterpretado".
Las críticas se han recrudecido por su actuación ante la mayor tragedia de la inmigración en las costas españolas, con la muerte de al menos 36 marroquíes cerca de Rota. Desde distintos sectores de la sociedad se pide su cabeza por la "descoordinación" del equipo de rescate y "por negar la evidencia". Y, sobre todo, por cambiar sus versiones sobre lo ocurrido. Primero dijo que el dispositivo funcionó; luego que hubo "exceso de confianza" y finalmente sentenció que "todo es mejorable" y que la tragedia "se debió a una fatalidad".
Para exculparse ha señalado al capitán del Focs Tenerife, Rogelio Navarrete, quien fue el primero en avistar la patera y dar la voz de alerta. "A lo mejor no tiene la conciencia tranquila porque no hizo todo lo que pudo por evitar la tragedia", dijo Vílchez. Dolido, el capitán del barco respondió: "Siento asco". La acusación también molestó a la Asociación de la Marina Civil, que le acusó de emprender una "caza de brujas" contra Navarrete, mientras que PSOE, IU y PA le tacharon de "rastrero", "ineficaz", "mentiroso", "sinvergüenza" o "caradura".
Desde su nombramiento como subdelegado del Gobierno en Cádiz, Vílchez no ha convocado ninguna rueda de prensa y ante determinados medios de comunicación lleva a rajatabla su estrategia de la evasión.
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