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Columna
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El Simca 1000

El coche parecía abandonado. Era un Simca 1000 de color rojo ostentación al que alguno de sus dueños instaló un espoiler trasero y pegó unas tiras de cuadritos blancos y negros para darle un toque deportivo. El vehículo estaba hecho una pena y constatamos que nadie vendría a retirarlo al observar que dos de sus neumáticos estaban desinflados. Como en casi todas las calles de Madrid los espacios de aparcamiento constituyen un bien escaso, razón por la cual al cabo de dos o tres meses los propios vecinos tomaron la decisión de comunicar a la Policía Municipal la existencia de la antigualla. Pasaron no menos de quince días antes de que apareciera un funcionario municipal y pegara en el cristal del parabrisas un papelito de color verde advirtiendo que el automóvil sería retirado en el plazo de una semana. Mintieron. A la semana siguiente allí seguía el Simca ocupando los ocho metros cuadrados de calle por los que suspiraban cada tarde quienes carecían de plaza de garaje. Una noche alguien forzó el capó pensando que podría pillar algo y días después le ocurrió lo propio a las puertas, por lo que pronto la chavalería y los adolescentes en celo se adueñaron del interior. Lenta pero inexorablemente fueron desguazando todos y cada uno de los componentes hasta dejarlo en la chapa y el chasis. A los ocho meses, el vehículo era solo chatarra, pero allí aguantaba pegado al parabrisas el papelito verde anunciando la retirada en el plazo de siete días.

Les cuento esta experiencia porque en Madrid prolifera un negocio que también ocupa las plazas de aparcamiento de la vía pública. Se trata de la venta de coches de segunda mano que son expuestos en zonas muy transitadas con un cartel de "se vende" y un número de móvil en el cristal. Hay algunos tramos de calle en Vallecas, Latina o Carabanchel prácticamente invadidos por las ofertas de este próspero mercado virtual que está causando estragos en los concesionarios de automóviles. La patronal que agrupa al sector lleva tiempo inundando de denuncias contra esta práctica que consideran fraudulenta, aunque, según fuentes policiales, más de un vendedor oficial ha utilizado ocasionalmente la calle como escaparate incurriendo en la misma irregularidad que delatan. Una práctica que resulta difícilmente reprimible por los agentes locales porque, con la ley en la mano, nadie puede impedir al propietario de un coche que anuncie en el parabrisas que el vehículo está a la venta. Por si fuera poco, cuando hay vendedores de por medio y para que no haya descripción taxativa de la actividad, ni siquiera expresan que lo que ofertan es el automóvil; les basta con poner "se vende" o "vendo", y lo demás se supone. En realidad, el único dato que aportan es el número de un móvil de contacto, lo que tampoco permite actuar legalmente.

Sólo hay una forma de contener este mercado, y es bastante precaria. Consiste en aplicar de manera estricta la Ordenanza de Circulación y llevarse al depósito de la grúa aquellos vehículos que permanecen más de siete días aparcados en el mismo sitio. La actuación sólo va dirigida a los "coches anuncio", no contra cualquiera que ocupe plaza durante un largo periodo; sería un atentado al sentido común el retirar un coche mientras su propietario está de viaje o enfermo.

El Ayuntamiento ha intervenido hasta ahora en lugares como la avenida de Oporto, donde la Policía Municipal levantó casi cuarenta vehículos que estaban a la venta. Los agentes se ven para ello obligados a realizar un marcaje muy severo empleando tiempo y efectivos. Un marcaje que los "vendedores fantasma" pueden burlar fácilmente con sólo mover los coches a otra plaza próxima cinco minutos antes de que se cumpla la preceptiva semana.

Nos encontramos así con un mercado virtual en vías de expansión que perjudica los intereses de los concesionarios de automóviles y para el que la normativa legal no tiene respuestas. De momento sólo las hay para los vecinos que demanden mayor celeridad en la retirada de un vehículo con síntomas de abandono. No hay más que poner en el parabrisas un cartel de "se vende" y a los pocos días será retirado por la grúa municipal. De haber obrado así con aquel Simca 1000 abandonado, habría tenido un final más honroso.

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