La Alhambra, a sólo 420 pasos
Estudiantes de arquitectura piden un mayor acercamiento del monumento a los 'no turistas'
La Alhambra recibe algo más de dos millones de visitantes cada año. Miles de personas recorren miles de kilómetros para visitarla. Y, sin embargo, a los granadinos les cuesta dar los 420 pasos de la Cuesta de Gomérez, la empinada calle que une Plaza Nueva, en cierto modo el límite urbano de la ciudad para quien se dirija al monumento, con la Puerta de la Granada, un arco de piedra donde comienzan los jardines del recinto alhambreño. Ante esa realidad, Ramón Fernández y Eduardo Martín, profesores de la Escuela Superior de Arquitectura de Granada, han propuesto a sus alumnos que piensen fórmulas para hacer posible un mayor uso del recinto por los granadinos y, en general, a quien quiera acudir en calidad de no turista.
La primera jornada clave para los 120 alumnos de la asignatura de Proyectos de 4º curso fue ayer. Después de casi dos meses de teoría, los 120 alumnos se marcharon a eso de las once a la Alhambra con la intención, en realidad, de ponerla boca abajo... metafóricamente, claro. Con los dos profesores ideólogos y 22 propuestas distintas , los alumnos comenzaron su jornada reivindicativo-cultural en el Palacio de Carlos V.
Las dos primeras instalaciones tuvieron sus más y sus menos por un problema de coordinación con la dirección de la Alhambra. En ambas propuestas, los estudiantes pretendían conseguir que el Palacio no sea un corredor circular, de mero paso, con una plaza central vacía. Estos futuros arquitectos desparramaron cojines por el suelo, sacaron un té y se echaron al suelo a disfrutar de la mañana. Siguió otra actividad parecida, de "chill out", en el mismo sitio, con el mismo objetivo y también con té.
Todo muy bonito si no fuera porque la notificación de la actividad no había llegado a la dirección de la Alhambra, y los guardias de seguridad, desconcertados en un principio, no permitieron que los estudiantes siguieran reivindicando la Alhambra como algo de uso ordinario. Finalmente, ante el cariz de los acontecimientos, los profesores se dirigieron a Mateo Revilla, el director del recinto, que no sólo les permitió continuar con sus actuaciones, sino que se comprometió a acudir a la Escuela de Arquitectura para mantener un debate sobre los usos de la Alhambra.
"Museo", "parque temático", "momia", "escultura gigante", "sitio cerrado" de todo menos bonica; esa es la idea que los estudiantes tienen del recinto nazarí. Para ellos es una entidad paralizada en la que abundan los turistas pero que los granadinos tienen cada vez más lejos. Pocos pasan de la Puerta de la Granada, donde comienza un maravilloso paseo, en tiempos bien frecuentado.
Bryan Galera y Rubén García denominaron su propuesta Reclaim the street o, en versión española, ganar la calle. Como corresponde a unos estudiantes motivados social y culturalmente, su propuesta procede en última instancia del libro No logo, "el más importante de los movimientos antiglobalización", explican. Su idea es en esencia "ganar espacios urbanos para la gente y conseguir un nuevo tipo de usos para los espacios públicos como el Palacio de Carlos V, por ejemplo", cuentan.
La propuesta de Emma Luengo y cuatro compañeras más no está exenta de cierta ironía. Su proyecto-burla refleja lo que en realidad ellas creen que es la Alhambra. El título, Alhambralandia; el concepto subyacente, que "la Alhambra es un parque temático en el que la gente camina y camina mirando donde se le marca y sin abandonar bajo ninguna circunstancia el itinerario marcado".
En general, la opinión de casi todos los alumnos sigue la tendencia del grupo de Emma. Incluso los profesores se animan a dar su valoración: "La Alhambra podría desaparecer un día y los granadinos no se darían ni cuenta".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.