Andy Warhol cruza la muralla de Lugo
Lugo es famoso por su muralla romana, su buena gastronomía, que va del pulpo a la caza, y su Museo Provincial, que atesora desde mosaicos y estelas romanas a arte gallego del siglo XX, pasando por una espléndida colección de orfebrería celta. Pero, ahora y hasta el 8 de diciembre, el museo, dirigido por Encarnación Lago, celebra el 75º aniversario del nacimiento del artista pop estadounidense Andy Warhol, fallecido en 1987, con la exposición Andy Warhol, Pietro Psaier&The Factory: Iconos pop. Son casi cincuenta obras, de óleos a serigrafías, la mayoría firmadas por el propio Warhol y el italiano Pietro Psaier, nacido en 1939 y uno de sus colaboradores en The Factory, el estudio fábrica que el exhibicionista artista del pop montó en Nueva York. Psaier hizo su primera exposición en España en la galería Fernando Vijande de Madrid en 1981. Después, él mismo instaló su estudio en Madrid de 1987 a 1990, donde realizó varias series de óleos y serigrafías sobre temas deportivos y de tauromaquia, antes de trasladarse a Italia y fundar el Centro de Arte y Diseño. La exposición cuenta con varias serigrafías de las famosas series Flowers y Marilyn, de gran vistosidad cromática y también con otras dedicadas a Jayne Mansfield, Elvis Presley, John Lennon, The Beatles, Jimi Hendrix o Mick Jagger. También hay obras sobre iconos objeto como Pepsi-Cola, Coca-Cola, Superman o la Silla Eléctrica, símbolo esta última de las imperfecciones de la democracia estadounidense. Una auténtica silla eléctrica se expone ante el público. Este artilugio para matar legalmente fue adquirido en una subasta por Pietro Psaier e inspiró a Warhol su serie Desastres en 1962. Como Warhol se encaprichó de ella, Psaier, que no quería vendérsela, tuvo que alquilársela hasta su muerte. Warhol, un gran fetichista y exhibicionista, la usaba para ver sentado en ella películas de terror e incluso la usó en 1973 para filmar su película Flesh for Frankenstein. Uno de sus colaboradores, Nico, cantante del grupo Velvet Underground, llegó a usarla junto al director Roman Polansky para freír un filete. El instrumento, visto así de cerca, es un buen alegato contra la pena de muerte. A la salida, nada mejor para recuperar el ánimo que un buen pulpo a feira o una oreja de cerdo sazonada con aceite y pimentón, acompañados de un mencía o un godello, en las calles de los vinos del Lugo antiguo.-
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