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Los democristianos bloquean las grandes reformas de Schröder

La oposición alemana impone su mayoría en la Cámara alta del Parlamento

La oposición democristiana (CDU/CSU) rechazó ayer, con su mayoría en el Consejo Federal (Bundesrat), la Cámara alta donde están representados los Estados alemanes, la reforma fiscal y laboral que el Gobierno de coalición entre socialdemócratas (SPD) y Los Verdes había aprobado en el Parlamento Federal (Bundestag). Las leyes rechazadas pasan ahora a una comisión mediadora de ambas cámaras que deberá presentar un compromiso antes del 17 de diciembre para que el Bundestag pueda aprobarlo dos días más tarde.

La CDU/CSU exige para dar el a la reforma fiscal del Gobierno que se financie con un máximo de un 25% de endeudamiento. Al mismo tiempo, los democristianos quieren endurecer la nueva legislación laboral: mayor facilidad para el despido, flexibilizar la contratación colectiva e imponer a los parados de larga duración la obligación de aceptar cualquier trabajo.

Los dos contrincantes de las últimas elecciones federales, el canciller federal socialdemócrata Gerhard Schröder y el primer ministro socialcristiano de Baviera, Edmund Stoiber, se enfrentaron de nuevo ayer en Berlín en distintas canchas. En la sede del Bundesrat, Stoiber advirtió de que la democracia cristiana no está dispuesta a aceptar una financiación a sablazos de una reforma fiscal que "meta dinero por un bolsillo al contribuyente y se lo saque por otro". A unos dos kilómetros de distancia, en la Cancillería federal, Schröder acusó a la oposición de actuar por motivos partidistas y dedicarse a "jueguecitos de poder" con el bloqueo de las reformas que el país necesita con urgencia. Según Schröder, la reforma tiene que estar lista antes de diciembre, para impulsar las ventas navideñas y reanimar así la economía alemana, sumida en la recesión.

En Alemania se ha abierto el gran bazar, un tira y afloja, un regateo que durará seis semanas, hasta las navidades. Para esa fecha tendría que estar listo en la comisión de mediación entre Bundestag y Bundesrat el compromiso que espera la opinión pública. Según un flamante sondeo, el 69% del electorado es partidario de que Gobierno y oposición cooperen para aprobar las reformas. Al mismo tiempo, la opinión se divide con exactitud entre un 47% a favor y en contra de adelantar la reforma fiscal, a pesar del elevado endeudamiento y del déficit público.

El Gobierno ha convertido el adelanto de la reforma fiscal al 1 de enero próximo en una especie de panacea universal. Rebajar el impuesto sobre la renta a un 15% el tipo mínimo y un 42% el máximo supone inyectar en la economía 15.600 millones de euros. Espera el Gobierno que esto impulse la demanda y ejerza un efecto multiplicador. La rebaja de impuestos es popular y cuenta con el apoyo del poderoso Bild Zeitung, con sus 12 millones de lectores diarios. La CDU/CSU se encontraría en dificultades si rechaza esta reforma. Schröder se encarga en cada momento de presentar a la oposición como bloqueadores que impiden despegar a la economía.

La CDU/CSU está dispuesta al compromiso, pero le exige a Schröder y al Gobierno SPD-Verdes un elevado precio. Al relacionar el a la reforma con el endurecimiento de la legislación laboral, facilitar el despido, obligar a los parados a aceptar cualquier trabajo y, al poner en tela de juicio la vaca sagrada de la autonomía de las partes -sindicatos y patronos- en la negociación salarial colectiva, la CDU/CSU intenta segar la hierba bajo los pies del canciller. Si acepta las condiciones de la oposición, Schröder se queda con las posaderas al aire ante los sindicatos y la izquierda del SPD, que ya con dificultades se tragó el sapo de los recortes en las prestaciones en la sanidad y las jubilaciones.

El canciller alemán, Gerhard Schröder, durante un debate en el Bundestag.
El canciller alemán, Gerhard Schröder, durante un debate en el Bundestag.REUTERS

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