Aznar afronta su última cumbre con un Portugal en crisis y lleno de proyectos
Se espera para hoy el trazado del AVE Madrid-Lisboa y las fechas del mercado eléctrico común
El presidente del Gobierno, José María Aznar, y el primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso, inauguraron ayer la 19ª cumbre hispano-lusa, una magna reunión que congrega a 10 ministros portugueses y 12 españoles con la certeza de cerrar algunos acuerdos pendientes desde hace años, especialmente en materia de energía y transportes. La mala situación económica y política del país vecino suscita serias dudas de que esos proyectos, aunque se aprueben en esta última reunión con Aznar, puedan ser realizados.
La estrecha amistad de Aznar con Durão, que no está hecha sólo de afinidades políticas e ideológicas ya que el presidente del Gobierno mantuvo una relación igualmente intensa con el ex primer ministro socialista portugués Antonio Guterres, no puede ocultar el hecho de que Portugal es un país que camina sobre el filo de la navaja de una economía en recesión y con alto déficit, bajo la dirección de un Gobierno amenazado por dimisiones crónicas y de una oposición arruinada por los escándalos.
Hablar en esas condiciones de las enormes inversiones que requieren las infraestructuras más modernas parece una quimera, aunque Bruselas pueda llegar a correr hasta con el 40% del gasto. Hay que poner el resto y demostrar la energía política necesaria para calmar los choques de intereses que siempre generan las decisiones de esta envergadura. Parece, sin embargo, que algunas decisiones conflictivas aplazadas desde hace años están ya tomadas, con la cautela de que también estuvieron previstas en 2002 y, finalmente, no se anunciaron.
Aznar y Durão acordaron anoche, por ejemplo, el trazado del AVE Lisboa-Madrid, previsto para 2010, que se conocerá hoy, aunque es seguro que seguirá el corredor de Extremadura, que España prefiere. El problema de tren de alta velocidad en Portugal es que, por una cuestión de competencias regionales, Oporto, la segunda ciudad del país, no puede quedar fuera del trazado. Desde el norte portugués se prefiere una línea Lisboa-Oporto-Madrid que entrará en España a la altura de Salamanca, pero el Gobierno español prefiere acercar Extremadura a Madrid y no tiene interés en ese trazado.
Línea Faro-Huelva-Sevilla
Oporto obtuvo hace un año en Valencia el premio de consolación de una línea de TAV hasta Vigo, más política -como símbolo del desarrollo del norte- que eficaz, ya que la distancia entre las dos ciudades puede recorrerse en menos de hora y media en coche. Se prevé que esté lista para 2009. Para restablecer el equilibrio hacia el sur, se habla también de una línea Faro-Huelva-Sevilla, prevista para 2018.
Estos proyectos, especialmente el Lisboa-Madrid, que es el más operativo, necesitan con urgencia presupuestos y calendarios para que la Unión Europea los financie.
La misma necesidad de plazos y concreción requiere el mercado común hispano-luso de la electricidad, un proyecto en el que España y Portugal llevaron la delantera a la UE pero que ha corrido el riesgo de no alcanzar la meta del 2006 aprobada el año pasado en el Consejo de Barcelona para los grandes consumidores. La cumbre anunciará hoy que el 2 de enero próximo se firmará el acuerdo para tantos los grandes como los pequeños consumidores de los dos países puedan contratar indistintamente su suministro eléctrico a uno u otro lado de la frontera. El acuerdo entrará en vigor en 2004.
Las dos grandes operadores que regularán el mercado en los dos países cruzarán participaciones del 10% y ninguna compañía podrá tener más de un 40% de alguna de ellas. La eléctrica portuguesa, EDP, aún no ha sido privatizada y eso implica problemas para los españoles.
Un tercer bloque de interés en estas reuniones son los temas de seguridad, especialmente debido a la celebración en Portugal de la Eurocopa de 2004. España ha dejado de mostrar interés por la extradición de José Luis Telletxea, acusado de estar relacionado con ETA pero amparado en sucesivas ocasiones por los tribunales portugueses. Ambos países buscan, en cambio, fórmulas para reforzar su cooperación en materia de protección civil, a fin de hacer frente a emergencias como los incendios y derrumbes de infraestructuras que asolaron Portugal durante el verano pasado.
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