Cuando la ignorancia es una bendición
En los últimos años, un equipo de entrevistadores de la Universidad de Maryland ha estudiado las actitudes de los estadounidenses hacia los asuntos internacionales, nuestras percepciones y nuestras falsas percepciones. Sus resultados siempre han sido esclarecedores e informativos, pero ninguno tanto como su más reciente estudio, titulado Programa sobre actitudes políticas internacionales (PIPA en sus siglas inglesas). Porque lo que los entrevistadores han hecho es basarse en toda una serie de encuestas de opinión nacionales (realizadas por una empresa llamada Knowledge Networks) para establecer una correlación entre la actitud pública sobre la guerra en Irak y las fuentes de información de las que más dependen los estadounidenses. Por consiguiente, es tanto una instantánea de nuestra televisión, nuestra radio y nuestros medios impresos como de las actitudes públicas estadounidenses. Los resultados son sorprendentes, y no poco preocupantes, para aquellos que desean una democracia estadounidense fuerte e informada.
El estudio se centró primero en las tres ideas falsas que aún existen entre la opinión pública estadounidense (las encuestas se realizaron entre junio y septiembre). Esas creencias equivocadas son: a) que se han encontrado pruebas de que existe una relación entre Irak y Al Qaeda; b) que en Irak se han descubierto armas de destrucción masiva, y c) que la opinión pública mundial ha aprobado la invasión estadounidense. Todas son grotescamente incorrectas, pero todavía el mes pasado el 48% de los estadounidenses entrevistados creía en la primera proposición, el 22% seguía manteniendo la segunda creencia, y el 25%, la tercera. ¿Cómo es esto posible? Bueno, dicen los señores del PIPA, la explicación más probable de estas concepciones tan erróneas radica en las fuentes de información a las que recurren las personas que participaron en las entrevistas. Lo que estos brillantes estadísticos han hecho ha sido detectar a las personas que más percepciones erróneas tenían y a las que menos, y después pedirles que especificaran de dónde habían sacado la noticia; por ejemplo, de las cadenas más importantes de televisión, de la NPR (Radio Nacional Pública), del PBS (Servicio Público de Radiodifusión) y de los medios impresos.
Aquí es donde entra eso de que "la ignorancia es una bendición". De los estadounidenses informados, que sabían que las tres propuestas eran falsas (o al menos que no estaban aún probadas), sólo el 23% respaldaba la guerra. Quienes compartían una de las tres concepciones erróneas se mostraban a favor en un 53%. Quienes aún creían que dos de las tres proposiciones eran ciertas apoyaban la guerra en un 78%. Y quienes creían que las tres eran ciertas apoyaban la guerra en un increíble 86%. ¿Pero es eso realmente asombroso? Si uno cree que Irak y Al Qaeda son aliados, que hemos encontrado armas de destrucción masiva y que la opinión mundial estaba a nuestro favor, ¿por qué no seguir la llamada del presidente a las armas y su persistente invitación a seguir por ese rumbo? El aspecto más preocupante del informe del PIPA es la correlación con las fuentes informativas. Los estadounidenses que obtienen sus noticias de los medios impresos o de la NPR o el PBS eran los que menos probabilidades tenían de aceptar ninguna de las concepciones erróneas. Los espectadores de NBC y de CNN vienen en segundo lugar, aunque muy por debajo. ABC y CBS tienen muchos más espectadores con concepciones erróneas que sin ellas. Pero el premio se lo lleva Fox News. De acuerdo con las encuestas colectivas (y en estas muestras participaron 9.600 personas), el 80% de quienes confiaron en Fox para informarse sobre la guerra mantenían al menos una, y a menudo más, de estas concepciones erróneas. El PIPA mide cuidadosamente su lenguaje aquí, pero el resumen queda claro: "Quienes ven principalmente Fox News tienen significativamente más probabilidades de mantener ideas falsas, mientras que quienes escuchan principalmente NPR o ven PBS tienen significativamente menos probabilidades... [Además], los partidarios del presidente Bush y los republicanos tienen más probabilidades de hacerse ideas falsas". Uno duda de que los directores de Fox o los portavoces de la Casa Blanca den mucha publicidad al informe de la PIPA, aunque quizá a ambos grupos les haga pensar.
Todo esto tiene una interpretación fácil. Los estadounidenses que escuchan NPR o ven la televisión pública tienen más probabilidades de estar académicamente mejor formados y ser más cosmopolitas que los que ven Fox News y sus programas estúpidos. Podríamos ir más lejos. Durante las semanas de guerra, era asombroso ver cuántos estadounidenses desconfiaban tanto del tono patriotero de nuestros medios de televisión como para ir a buscar las noticias a otras partes: al Servicio Internacional de BBC, o a sitios de Internet pertenecientes a Financial Times y a The Guardian, de Londres, y a Le Monde de París. Sólo nuestros periódicos nacionales serios siguieron mereciendo respeto. La prensa amarilla era una vergüenza, y mostraba un chovinismo con el que sólo rivalizaban sus primos británicos.
Lo que uno ve y lo que uno lee es lo que tiene. Cuando uno prefiere ver Fox News o leer The New York Post está haciendo una declaración cultural sobre sí mismo; uno es distinto de alguien que escucha la NPR y lee The Economist. Pero lo que la encuesta del PIPA da a entender es que, consciente o inconscientemente, uno también está haciendo una declaración política e ideológica sobre sí mismo. Es más probable que sea conservador en política. Es más probable que sea ciegamente nacionalista. Y es más probable que albergue concepciones erróneas sobre lo que sucede en el mundo. En resumen, es más probable que esté equivocado. ¿De verdad es ése el legado que los medios de comunicación conservadores de Estados Unidos desean dejarle al pueblo estadounidense -y al mundo en general- al comienzo de este problemático siglo? Puede que hoy en día debiera corregirse la afirmación hecha por Shakespeare de que "cuando la ignorancia es una bendición, saber es una locura". Éste es el tipo de ignorancia que ya nos ha costado mucho, y nos costará más en el futuro.
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