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Reportaje:

"Una gran ola nos hizo zozobrar"

Un superviviente del último naufragio del Estrecho narra el hundimiento de la embarcación

"Un carguero, creo que era chino, se paró cuando nos vio en apuros en la zodiac." "Nos ofreció subir a bordo, pero el patrón de nuestra embarcación lo rechazó", pese al mal estado de la mar. "Media hora después, una gran ola nos hizo zozobrar".

Quien así habla es el joven superviviente del naufragio que el pasado sábado 25 de octubre sufrió la embarcación con la que medio centenar de marroquíes intentaba alcanzar la costa española. Rehúsa dar su nombre, probablemente avergonzado por lo que considera un fracaso.

Ese día casi todos los pasajeros murieron ahogados -hasta ahora han sido recuperados 35 cadáveres- y cinco se salvaron.

Desde su casa de Salé, la ciudad colindante con Rabat a la que acaba de regresar después de haber sido expulsado de España, el náufrago acepta, sin embargo, narrar por teléfono su odisea a través de Jalil Jemaa, presidente de la Asociación de Amigos y Familiares de las Víctimas de la Inmigración Clandestina, que hace de intérprete.

"Escriba en su diario que Mustafá tiene una mota de pelo blanco, a ver si le identifican"
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"Cuando la zodiac volcó me agarré a algo que flotaba y después nadé unos diez minutos, junto con otro náufrago, hasta la costa", prosigue el joven de Salé. "Cuando la alcancé creí ver a otros tres" que luchaban contra las aguas.

El viernes 24 de octubre zarparon desde cerca de Larache. Llevaban varios días en Tánger esperando poder embarcar. Allí se había hecho cargo de ellos H. A., un traficante originario de Asila, según la Asociación de Jalil Jemaa.

Hasta la casa del superviviente de Salé se acercó ayer, desde Casablanca, Abderrahim Garriat, hermano de Mustafá Garriat, uno de los desaparecidos. "Escriba en su periódico que Mustafá tiene una mota de pelo canoso en medio de una pelambrera negra", ruega Jilalili Lahmedin, sobrino del desaparecido y empleado de Maroc Télécom. "Así las autoridades españolas podrán, acaso, identificarle".

Cuando reciben llamadas telefónicas desde España, los familiares de las víctimas de la mayor tragedia del Estrecho no paran de hacer preguntas al tiempo que dan datos que ayudan a identificarles. "Mi hermano Mohamed tiene los dientes amarillos porque fumaba y además, como mi padre era militar, vivimos años cerca de una explotación de fosfato", explica Fatima Gabbouri desde Marraquech.

Fatima se emociona cuando habla de su hermano y por eso pide que se la llame pasadas las cuatro, cuando haya acabado su turno en el hipermercado. A esa ahora ya puede sollozar por teléfono recordando que Mohamed no lograba, a sus 28 años, un trabajo estable. "Quería irse a Italia y nos dijo que tenía un buen contacto en Tánger que le ayudaría" a hacer la travesía.

"Yo y mis otros cuatro hermanos estamos ahora deshechos", prosigue Fatima. "Ni siquiera podemos organizar la ceremonia religiosa porque no tenemos su cadáver". "A veces caemos en la más absoluta depresión, pero otras pensamos que no es posible, que a él no le puede haber pasado nada". "Tenemos un vecino que se salvó del naufragio pero su padre le ha encerrado en casa y no podemos hablar con él".

La prensa marroquí apenas se ha hecho eco del desastre marítimo -la agencia de prensa oficial MAP nunca lo ha colocado entre sus principales noticias- y sólo la Asociación de Familiares de las Víctimas ha levantado la voz. En un comunicado condena "el mutismo y la indiferencia de los responsables ante este drama nacional y exige la apertura de una investigación judicial para establecer las responsabilidades".

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