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Reportaje:

Los noventa no fueron tan felices

El economista Joseph Stiglitz culpa a la lógica del 'todo mercado' dominante en la década de la 'nueva economía' de la crisis actual

Cristina Galindo

Joseph E. Stiglitz es conocido por sus duras críticas contra el impacto devastador de la globalización en los países pobres. Ahora arremete contra otro objetivo. En su último libro, Los felices 90. La semilla de la destrucción (editorial Taurus), el premio Nobel de Economía viaja hasta esa década de supuesta bonanza extrema para encontrar la raíz de los problemas que hoy padece la economía. Y reconoce que se empezaron a gestar ya en los tiempos del Gobierno de Bill Clinton, en el que Stiglitz tuvo un papel clave como asesor.

"Tras tres años de crecimiento muy débil de EE UU, la cuestión es de dónde vienen estos problemas. George Bush no pudo ser el causante de todos; surgieron antes de que tuviera la oportunidad de empeorarlos", ironiza Stiglitz, de 60 años, en una entrevista. La omisión del papel equilibrador del Estado, la prevalencia de los intereses particulares sobre el interés general, la falta de información y la confianza ciega en el libre mercado y Wall Street son algunos de los errores cometidos, según el profesor de la Universidad de Columbia, que también ha sido economista jefe y vicepresidente primero del Banco Mundial.

"Promovimos en exceso la liberalización y la reducción del déficit y no defendimos con la contundencia que debíamos funciones importantes que el Gobierno puede, y debería, desempeñar", explica en el libro. La explosión de la burbuja tecnológica, en abril de 2000, puso punto final a la década de la nueva economía. Desde entonces hasta 2002, las empresas vieron cómo desaparecían 8.500 millones de dólares en las bolsas estadounidenses. En 12 meses se perdieron dos millones de empleos en EE UU.

Escándalos como el de Enron, el grupo energético que quebró pese a que los auditores avalaban la supuesta buena salud de sus cuentas, llenaron las páginas de los periódicos. "Hace años estuve en una comisión encargada de analizar los problemas contables. ¡Uno de los miembros de esa comisión era el presidente de Enron! Y decía: 'deja que el mercado se cuide de eso, no necesita ninguna regulación'. Probablemente entonces ya estaba haciendo trampas...".

Las famosas opciones sobre acciones (stock options) fueron otra lacra. Stiglitz cuenta al respecto: "Se informaba de ellas de forma que nadie entendía nada. Los accionistas no sabían cuánto dinero se estaba dando a los ejecutivos. En 1994 apoyé una serie de propuestas para que esa información se publicara de forma clara, porque sólo así funciona bien el mercado, pero Wall Street estaba haciendo un montón de dinero, e influía en la toma de decisiones, y tuvieron que pasar ocho años para que la gente se diera cuenta del peligro de las stock options. ¡Ahora buscamos soluciones para problemas que detectamos hace años!".

La 'mano invisible'

Stiglitz, uno de los economistas más influyentes, considera que hay que dar un papel importante al Estado. "El mercado no puede funcionar por sí mismo. Una de las razones de por qué parece que la mano invisible es invisible es porque no está ahí, no funciona. La cuestión es saber cuál es el rol que debe asumir el Estado y que cambiará con el tiempo", explica.

El libro contiene un capítulo especial dedicado a Bush, cuyo título da al lector una idea clara de lo que opina Stiglitz sobre el presidente estadounidense: 'Nuevas lecciones sobre cómo dirigir mal la economía'. "Si tuviera que poner nota a Bush y Clinton, sería severo con Clinton, pero comparado con Bush obtendría un sobresaliente", afirma durante la entrevista. "Un punto interesante de la Administración Bush es que parece que haga cosas: ayudar a las compañías áreas, subsidiar la agricultura... El problema es que las cosas que cree que el Gobierno debería hacer no son las correctas. El libro explica que un juego necesita reglas, como en un partido de fútbol".

¿Esta década podría llegar a ser tan feliz como la anterior? "Parte de los noventa se basaron en lo que Alan Greenspan llamó exuberancia irracional, las cosas no eran tan buenas como pensábamos. EE UU se enfrenta a una serie de problemas a largo plazo que Bush no encara: un gran déficit fiscal (el 5% del PIB) y un enorme déficit comercial (cada día tomamos prestados 1.500 millones de dólares del exterior). No seremos capaces de competir con China. Estoy convencido de que en el futuro habrá otro periodo de exuberancia, pero no creo que llegue en esta década".

Joseph E. Stiglitz, el viernes pasado en Madrid.
Joseph E. Stiglitz, el viernes pasado en Madrid.MIGUEL GENER

Déficit cero, recuperación e Irak

¿Qué opina Joseph Stiglitz de la posible recuperación de la economía, del déficit cero y de la Conferencia de Donantes para la reconstrucción de Irak celebrada en Madrid en octubre pasado?

- Recuperación. "Las cifras dicen que la economía de EE UU creció un 7% en el tercer trimestre. Pero en estos datos siempre hay fluctuaciones. Uno nunca debería dar mucho peso a un solo número. No es una sorpresa, porque EE UU ha aumentado el gasto en defensa y ha bajado los impuestos. Pero estos estímulos han sido puntuales. No es sostenible. Creo que deberíamos verlo con una gran dosis de escepticismo".

- Déficit y superávit. "El déficit depende de cómo gastes. Si construyes escuelas e inviertes en tecnología, endeudarse tiene sentido; es una inversión real. Pero si te endeudas para irte de vacaciones, tendrás problemas en el futuro. En Estados Unidos la tasa de ahorro es muy baja y ésa es una de las razones de por qué los déficit del Gobierno de Bush son tan problemáticos, porque ni el sector privado ni el público están ahorrando. Por otro lado, deshacerse del déficit, si recortas las inversiones que necesitas, puede debilitar la economía".

- Irak. "La Conferencia de Donantes fue un ejemplo maravilloso de la caída en picado de la Administración Bush. La mayoría de los 13.000 millones de dólares reunidos provienen de créditos del FMI y del Banco Mundial. Fue un fracaso".

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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