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RELEVO EN EL BANCO CENTRAL EUROPEO

Trichet toma las riendas del BCE

El banquero francés asume la presidencia en un momento delicado para la economía europea

El hasta ahora gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, toma las riendas del BCE en un momento de relativa calma. Los tipos de interés de la zona euro se encuentran en un mínimo histórico del 2%. Sin demasiados riesgos a la vista, la inflación está bajo control. Ni huella de una frenética actividad económica que pueda recalentar los precios; el crecimiento de la zona euro, por el contrario, sigue siendo muy tímido. De seguir así las cosas, es muy probable que en los primeros meses del mandato de Trichet nada suceda y la autoridad monetaria decida dejar los tipos donde están, según coinciden los observadores que siguen de cerca al BCE, los ECB-watchers como se les llama en inglés.

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Sigue sobre la mesa de discusiones, además, el posible desmonte del Pacto de Estabilidad. Ante esta amenaza, es poco probable que los banqueros centrales quieran socorrer a Gobiernos como el alemán y el francés con una bajada de tipos. "Ellos tienen la sensación de haber hecho ya lo suyo al garantizar la estabilidad de precios, y están cada vez más molestos con la falta de disciplina fiscal por parte de algunos países", observa Ken Wattret, economista jefe para la zona euro de BNP Paribas.

Otro cantar sería si el euro siguiera apreciándose frente al dólar. Ello acarrearía tanto una moderación de los precios (los productos importados resultarían más baratos) como un freno al crecimiento (los exportadores europeos perderían competitividad). La respuesta del BCE podría ser bajar los tipos. Sería la primera prueba de fuego para su nuevo presidente.

Pero el poder de Trichet es limitado. El precio del dinero se establece una vez al mes en el Consejo de Gobierno, integrado por los seis miembros del Comité Ejecutivo (entre ellos, Trichet y el español Eugenio Domingo Solans) y los gobernadores de los 12 bancos centrales. Sobre el papel, las decisiones se toman por votación. El voto del presidente cuenta tanto como los demás, y sólo resulta decisivo si se requiere un desempate. En la práctica, en los debates se intenta llegar a un consenso lo más amplio posible, y sólo rara vez se procede a una votación. A juicio de muchos analistas, ello ha restado capacidad de reacción al BCE, que ha tocado mucho menos los tipos de lo que lo ha hecho la Reserva Federal estadounidense. "Duisenberg siempre fue demasiado lento en sus reacciones. Trichet podría tener más capacidad de convicción para lograr un consenso rápido", dice Ken Wattret.

Trichet, no obstante, ha dejado claro que no modificará el procedimiento: "En una institución independiente no es conveniente que las decisiones las tome una sola persona", dijo en septiembre en el Parlamento Europeo. Un saber colectivo al que él lleva aportando años: desde la creación del BCE, en 1998, Trichet ha participado como gobernador del Banco de Francia en casi todas las reuniones del Consejo de Gobierno. "Allí todos piensan de una manera parecida. No hay ni halcones ni palomas", recalca José Luis Alzola, que sigue la pista del BCE para Citigroup.

El libre albedrío del presidente de la autoridad monetaria se ve restringido además por otro hombre: Otmar Issing, miembro del Comité Ejecutivo y economista jefe del BCE. Es él quien prepara los informes que sirven de base al debate de los banqueros centrales; él marca la agenda. Duisenberg parecía coordinarse con Issing, y Trichet ha subrayado la "gran estima" que siente por su colega.

Issing, que seguirá tres años en el BCE, fue una ficha del Bundesbank (banco central alemán), que con su concepción de la política monetaria (el gran peso concedido al análisis de la masa monetaria M3) y sus expertos (a los que no había que convencer para mudarse a Francfort porque ya estaban ahí) tuvo una gran influencia cuando se creó la autoridad monetaria europea. El peso de alemanes y holandeses (tradicionalmente vinculados al Bundesbank) es considerable en el mando medio del BCE.

Hay quien cree que esto podría cambiar con el desembarco de Trichet, que ha nombrado ya a dos franceses en los cargos de asesor personal y jefe de prensa. Pero es poco probable que siga por esta línea: ni los funcionarios del BCE pueden ser apartados tal cual (tienen contratos indefinidos), ni Trichet parece aferrarse a pensar en clave nacional ("no estoy aquí como francés", aseguró ante la Eurocámara). "En el BCE hay una tendencia a la internacionalización", remarca Michael Schubert, economista del Commerzbank.

Pero la supuestamente gran influencia del Bundesbank está en declive. En mayo pasado el BCE revisó su estrategia de política monetaria. La estabilidad de precios quedó definida como una inflación "cercana, pero inferior al 2%", y se relegó a un segundo plano el análisis de la masa monetaria. Ambas decisiones fueron vistas como el inicio del fin del santo grial de la ortodoxia del Bundesbank. Uno de los promotores del cambio fue Lucas Papademos, el griego que desde 2002 ocupa la vicepresidencia del BCE y está considerado como un banquero bastante más pragmático que muchos de sus colegas. "Dentro del Consejo de Gobierno hay más equilibrio que antes", subraya Alzola.

Por todo ello no se prevén giros bruscos en el BCE. "Trichet va a estar ahí ocho años y se tomará las cosas con calma", pronostica Javier Pérez de Aspillaga, analista de Goldman Sachs en Londres. Lo que podría cambiar a corto plazo es el estilo de comunicación. Puede que Trichet sea más comedido que el a veces impulsivo Duisenberg. Se verá a partir del jueves, cuando este francés de 62 años presida su primer Consejo de Gobierno y luego encare en rueda de prensa a los periodistas.

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