El arquitecto De La-Hoz cree que la burbuja inmobiliaria seguirá "más de una generación"
El ganador del COAM 2003 sostiene que los grandes edificios "no construyen la ciudad"
El premio Coam 2003 del Colegio de Arquitectos de Madrid por una zona residencial de lujo recibido por Rafael de La-Hoz Castanys (Córdoba, 1955) tiene un significado especial. "Supone un reconocimiento a todos los que creen que la arquitectura residencial es algo más que un negocio", argumenta De La-Hoz.
No obstante, la burbuja inmobiliaria en el país parece cada vez mayor. De La-Hoz considera que es difícil frenarla y "no se cambiará en una sola generación". Cree necesaria la exigencia de la sociedad para dar un vuelco a la situación.
"Hasta ahora se premiaban grandes edificios que resultaban evidentes, como el Museo Guggenheim, pero eso no construye la ciudad, Bilbao es más que el Guggenheim", sostiene De La-Hoz en una habitación del Monasterio Corpus Crhisti de Córdoba, cuya rehabilitación dirigió y ahora acoge a los jóvenes creadores de la Fundación Gala. Para De La-Hoz, que se premie vivienda, y además privada, tiene un simbolismo especial en un momento en que este sector parece haber perdido su funcionalidad natural.
"No se tiene en cuenta al arquitecto en el desarrollo de los modelos de ciudad. La planificación urbana está en manos de los operadores políticos y las grandes corporaciones financieras, la ciudad está concebida desde la economía y no desde la cultura, que sólo la adorna", argumenta.
Para Rafael de La-Hoz, "habría que preguntar a los ciudadanos si son más felices en la nueva ciudad entorno a un centro comercial o junto a una iglesia barroca. Aunque no me gustaría confundir memoria con nostalgia y puede que el usuario no esté tan a disgusto con estas ciudades suburbanas y disgregadas".
La virtualidad de la información es uno de los factores de estos cambios en las ciudades: "Muchos teóricos mantienen que antes la ciudad necesitaba del contacto físico; ahora el intercambio de información ya no lo precisa y esto permite disgregarla. Esto producirá guetos mucho más rígidos y perniciosos que en la ciudad tradicional", apostilla. "Hoy es bastante difícil vivir cerca de un rico, la ciudad se está enclaustrando muchísimo". Rafael de La-Hoz afirma que "mantener nostálgicamente un modelo de vida tampoco es posible". "Los barrios se construyen a una velocidad impensable y da poco tiempo a saber qué sucede ni a repensar", apunta.
En esta dicotomía entre pasado y futuro, Rafael de La-Hoz ve a Córdoba como muchas otras ciudades que están "perdiendo la identidad y en un proceso para mantenerla mediante el casco histórico". "Los alrededores de una ciudad media francesa no son tan distintos que los de una ciudad media española", asegura. De La-Hoz, que participó en las renovadas viviendas del Plan Renfe de Córdoba, advierte no obstante del peligro de una normativa del casco histórico demasiado rígida. "Esclerotiza a la ciudad y su capacidad de vivir. El centro no se debe convertir en un parque temático". "La ordenanza protege del exabrupto, pero no garantiza la belleza ni el acierto", apostilla el arquitecto, quien considera que el casco de Córdoba es "real, verosímil y no ha caído en esa farsa y esa representación de sí misma".
A quien ve que no se puede frenar es al automóvil dentro de la vida urbana. "Después de un siglo de su irrupción, no sabemos qué hacer con él, parece que no hay otra solución que excluirlo de la ciudad histórica", apuesta. El arquitecto es consciente del legado de su padre De La-Hoz-Arderius (1924-2000), considerado uno de los renovadores de la profesión en el país.
Rafael de La-Hoz recela del nuevo cuño de arquitectura ecológica o sostenible. Defiende que la arquitectura siempre ha sido ecológica: "Este monasterio no ha necesitado aire acondicionado en cinco siglos". "La cuestión ahora ha cambiado y vivir como vivimos cuesta mucha energía. Aspiramos a estar a 22 grados toda nuestra vida; en los coches, hoteles, trenes y casas".
De La-Hoz cree que la situación se podrá sostener poco tiempo, "pero para hacer una arquitectura sostenible hace falta una colaboración decisiva del usuario". Considera que se trata de un problema de la vivienda y de la humanidad en los países occidentales.
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