_
_
_
_

"Me he sentido agredida, pero no acosada"

Pregunta. ¿Es usted cuota?

Respuesta. No, creo que no. Pero he defendido las cuotas muchísimo. Ha hecho que más mujeres entren en política.

P. ¿Se ha sentido, por ser mujer, desplazada o agredida a lo largo de sus años en la política?

R. Sinceramente, sí. Pero de una forma sutil y nunca dicha...

P. ¿Y acosada?

R. No. Y además es que soy muy despistada, no me doy cuenta, soy muy desastre. A veces me han dicho: ¿no te has fijado?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

P. ¿Hay machismo político?

R. Sí, mucho.

P. ¿Y machistas en la política?

R. Muchísimos.

P. ¿Y qué les dice?

R. El machismo en política está cogido bajo el paraguas de lo políticamente correcto. Con alguna excepción, es muy difícil encontrar a alguien que diga barbaridades evidentes de carácter discriminatorio. Pero en su gestión diaria de la política y en su forma de entender la vida y de tratar a un sexo y a otro y de conceder valor a un hombre o a una mujer, hay un machismo implícito enorme. De hecho, las mujeres seguimos sin mandar realmente en la política.

"Mi relación y ruptura con Felipe Alcaraz es secreto de sumario. Algún día lo analizaré"

P. ¿La mujer aporta alguna sensibilidad especial a la política?

R. Sí. Aportamos otras cosas. Lo que ocurre es que estamos muy presionadas para representar dos modelos: uno, asumir todos los valores masculinos y ejercerlos de la misma forma que el hombre; y el otro modelo es la mujer solamente sensible, que se preocupa de los temas sociales, pero que no disputa el poder.

P. ¿Por ejemplo?

R. Magdalena Álvarez es ejemplo de asunción de los mismos criterios sobre los que se asientan las cosas: no tiene nada que ver con las mujeres, porque para estar en un puesto de mayor responsabilidad parece que te tienes que evadir del debate social y muy especialmente del debate de género. El otro tipo: muchísimas mujeres de este Parlamento que trabajan como burras, a veces mucho más que los diputados, pero que nunca tienen poder político, y lo que es peor, que no lo disputan.

P. ¿En qué bloque se ubica?

R. En ninguno de los dos.

P. En este Parlamento se vivió el año pasado una tarde memorable: Magdalena Álvarez, Teófila Martínez y usted discutiendo los presupuestos de la Comunidad.

R. Fue importante, porque se demostró que se podía hablar de todo con mucha solvencia y con un nivel de debate muy alto. También es importante la incorporación a la política de mujeres en Andalucía. Está por encima de otras comunidades.

P. Usted estudió Filología Hispánica, ¿cómo aprendió economía, le dan clases por la tarde como a Zapatero?

R. (Risas) Estudiando mucho. Y sí, me he buscado algunos maestros y consultores, pero las cosas las tienes que hacer sobre el esfuerzo individual.

P. ¿Le gusta leer?

R. Sí.

P. ¿Ha leído Amor, enemigo mío?

R. (Risas). Sí.

P. ¿Qué recuerdo le trae?

R. (Muchas risas).

P. Se lo debió pasar muy bien si ríe tanto.

R. No, no me lo pasé muy bien. Hay algunas cosas que están bien. No es mi libro favorito.

P. ¿Su ruptura personal con Felipe Alcaraz, autor de ese libro, ha influido en su relación política posterior?

R. Eso es secreto de sumario. Algún día lo analizaré bien.

P. ¿Se ha sentido musa de la izquierda andaluza?

R. No, porque cuando era un poquito más musa era jovencita y no me daba cuenta: atravesaba la etapa de adolescente en la que no te reconoces a ti misma.

P. Usted se transformó cuando fue a estudiar con 14 años a la Universidad Laboral de Zaragoza. ¿Qué encontró junto al Ebro?

R. Un choque entre lo que yo había vivido toda la vida, una vida acomodadita, y la vida de mis compañeras, hijas de mineros. Allí conocí a Mari Carmen, hija de uno de los obreros que mataron en Granada en la huelga de la construcción... Recuerdo que llegó una noche a la litera de arriba y lloró toda la noche. Fue un choque de decir, ¡joder, existe la clase obrera, que vive muy mal...!

P. En ese momento detecta que hay una clase social no tan afortunada como la suya...

R. Me marcó sobre todo la forma en que vivían. Descubrí que aquella gente se oponía a la dictadura; en la Laboral había muchos hijos de trabajadores que luchaban contra el franquismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_